30/4/22

1.º de mayo de 2022: Contra la guerra y el encarecimiento de la vida, solidaridad y apoyo mutuo


La guerra y el negocio de la muerte


Tras largas semanas de tensión militar, y el inicio de la invasión rusa en la guerra que se desarrolla

en Ucrania desde hace ya varios años, se dio un nuevo paso en un interminable conflicto que, con

toda seguridad, seguirá enquistado. Los que salimos perdiendo en los conflictos bélicos somos la

gente humilde y trabajadora. Tenemos que engrosar los ejércitos, sufrimos los bombardeos,

sufrimos las humillaciones y la miseria, nos vemos forzados a emigrar y enfrentarnos al desarraigo

social, sufrimos el aumento de la pobreza y las enfermedades, y la represión de los Estados si nos

movilizamos en contra de las campañas bélicas.


Miles de militares y mercenarios han perecido en el conflicto, millones de personas han sido

asesinadas o están siendo desplazadas, y cientos de personas han sido detenidas en Rusia por

movilizarse contra la guerra. Los medios de comunicación en España se dedican a lavar la cara a los

neonazis y fascistas del batallón Azov, fortaleciendo la estrategia de la OTAN con el fascismo más

violento y peligroso, obviando las humillaciones, el autoritarismo y la coerción que están

perpetrando también ellos contra la población civil, y fortaleciendo el papel de la extrema derecha,

dándole protagonismo, en detrimento de la población ucrania.


Mientras, los gobiernos aumentan la inversión en la industria de la guerra y de la muerte,

beneficiando a la industria armamentística en detrimento de la inversión en bienestar social. En

España, importantes empresas del sector como Airbus, Indra, Navantia, Santa Bárbara Sistemas,

etc., realizaron ventas directas en 2019 al Ministerio de Defensa y a otros países por un importe de

6654 millones de euros, así como 1664 millones de euros a través de terceras empresas o

subcontratas. España se sitúa como quinto mayor proveedor internacional de armamento del mundo.

El aumento de la inversión militar y la reducción consiguiente de la inversión social llevan a la

incapacidad del Estado de cubrir las necesidades de las personas. Esto trae consigo el recorte

drástico de derechos y libertades, y la agudización del autoritarismo por parte de la maquinaría

coercitiva del Estado (ejército y policía), y el ejercicio de la represión y el miedo.


Contra las guerras, el negocio de la muerte, y los intereses nacionalistas de los poderes económicos

y políticos, los anarquistas abogamos por la desmilitarización, la abolición de los ejércitos y de los

cuerpos represivos. ¡Ni un hombre ni un arma para el Estado!


La precarización y el encarecimiento de la vida después de la pandemia


Dos años han pasado ya desde el inicio de la pandemia del SARS-CoV-2 y su enfermedad, la

COVID-19. La ideología y la lógica que han imperado en la gestión de la crisis han sido las del

neoliberalismo. Se ha llevado a cabo una aceleración del desmantelamiento de la sanidad pública y

de otros servicios esenciales en beneficio de la mercantilización de la sanidad por las empresas

privadas. Estas se han visto beneficiadas, por una parte, gracias al aumento de su clientela debido a

la gestión de la Comunidad de Madrid en materia sanitaria con el cierre de ambulatorios y centros

de especialidades, cierres de camas de hospitales, cierre de servicios de urgencias, aumento de las

listas de esperas, precarización del personal y reducción de los recursos. Y, por otra parte, al

beneficiarse de la pasividad e inacción del gobierno central a la hora de expropiar hospitales para

ponerlos al servicio de las personas más vulnerables.


El resultado de la crisis sanitaria y la guerra ha sido el aumento de la brecha social existente en

detrimento de la clase trabajadora. Ha aumentado la precariedad laboral y el trabajo sumergido, han

aumentado los accidentes laborales, y ha aumentado el precio de los bienes y los servicios básicos.

Sin embargo, a las rentas más altas, la crisis les afecta de un modo muy diferente. Al contrario que

los trabajadores, en estos dos años de pandemia y crisis ha aumentado su patrimonio un 11 %,

haciéndose aún más ricos mientras aumenta la pobreza de la clase trabajadora.


Las redes de solidaridad y apoyo mutuo son las que han servido de colchón a quienes más sufrimos

esta situación. La solidaridad, el apoyo mutuo, la asociación es algo intrínseco al ser humano, tanto

para apoyar a las personas que más lo necesitan, como para defender nuestros intereses como

trabajadores ante el aumento de la brecha social. Solo organizados podremos tener capacidad

política propia, resistir la ofensiva neoliberal que promueven las grandes élites empresariales y los

poderes económicos (gestionado por los poderes políticos), superar el miedo a la represión, los

recortes sociales, los recortes de derechos y libertades, y ver la necesidad de hacer frente al Estado y

a su hegemonía.


Contra la subida de los alimentos y los servicios básicos

Por la autoorganización de los trabajadores y la ruptura de la paz social


Por la anarquía


Grupo Anarquista Tierra

Federación Anarquista Ibérica

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