Frente a la nueva (vieja) explotación, recuperar la conciencia de clase
Declaración ante el Primero de Mayo
Mucho han cambiado las cosas desde que se celebrara, allá por el año 1886 en Chicago, la
huelga del Primero de Mayo para reivindicar la jornada de ocho horas. En todo este tiempo se
han sucedido guerras, revoluciones, golpes de Estado y todo tipo de acontecimientos políticos
y sociales que han conmovido y vuelto a conmover al género humano.
Sin embargo, tanto ayer como hoy, hay algo que permanece inalterable: la explotación capitalista
hacia la clase trabajadora. Si acaso, hoy somos testigos de una nueva explotación, más sutil si se
quiere, más elaborada, más astuta, que ha logrado la obediencia de las personas explotadas, a las
que directivos, corporaciones, patronos y “jefecillos” de todo tipo extraen la plusvalía y el fruto de su
trabajo, sin necesidad de utilizar el látigo, ni la policía, ni juzgados, ni el aparato del Estado para
proseguir con su expolio y mantener su sistema jerárquico y someter a la mayoría de la población.
Hoy hemos llegado a la autoexplotación de las trabajadoras y los trabajadores; esa es la gran
victoria del capitalismo actual.
¿Cómo se ha llegado a esta situación? Gran parte de responsabilidad la tienen los sindicatos
reformistas y los antiguos partidos obreros, hoy socialdemócratas o, simplemente, la
autodenominada izquierda. A base de colaborar con el sistema capitalista, de participar en él, de
asumir los grandes principios del liberalismo económico, han conseguido amansar a la clase obrera,
hacerle perder su conciencia de clase, su carácter confrontador frente a toda autoridad, sus objetivos
de cambio social y revolucionario.
Paralelamente, el propio poder económico y político, dueño de la técnica y de las nuevas
tecnologías, usadas para reforzar sus privilegios, ha conseguido poco a poco y a través de los
grandes medios de comunicación de masas, especialmente los audiovisuales, y de las redes
sociales, así como de la política de 'pan y circo', trasladar a lxs explotados su mensaje de que
todo el mundo puede ser capitalista, empresario, burgués... sin dejar de ser personas
asalariadas.
Ese mensaje del nuevo capitalismo ha causado un gran daño al proletariado, disolviendo su
conciencia de clase, haciéndole creer que es parte del sistema y que se beneficia de él. Han
trasladado a las mentes de millones de trabajadoras y trabajadores de todo el mundo el egoísmo,
el individualismo y, a la vez, el gregarismo, el pensamiento único y acrítico, la pasividad, la
sumisión y la resignación.
El resultado es que toda esa economía “colaborativa, de responsabilidad social, de implicación
del trabajador en los objetivos de la empresa” que nos han vendido el capitalismo moderno de
las grandes corporaciones era, como ya habíamos denunciado los y las anarquistas, puro
marketing, propaganda del poder para desmontar aún más la fuerza que históricamente han
tenido los explotados: la solidaridad de clase.
Aquel trabajo del futuro, en el que las tecnologías y la automatización nos iban a liberar,
reduciendo los tiempos de trabajo manteniendo el mismo salario, en donde se iban a acabar los
trabajos penosos, en donde con pocas horas la producción sería mayor y suficiente para
satisfacer las necesidades de la población, ha llegado ya, pero nada tiene que ver con aquellos
cantos de sirena, con aquella ciencia ficción que nos vendieron.
La precariedad en los nuevos trabajos es absoluta. La explotación es monstruosa y ya nos
recuerda a la que describía Dickens en los inicios de la revolución industrial. Las condiciones de la
clase obrera son pésimas, los derechos adquiridos y arrebatados al poder en múltiples luchas se
recortan cada vez más.
Tenemos ejemplos muy conocidos en las grandes compañías de telefonía o de transporte y
logística, como Amazon, con cadenas de producción en donde volvemos a aquellas jornadas
extenuantes, mecanizadas, deshumanizadas, en donde hay que orinar en una botella de plástico
para que la máquina de hacer dinero no se detenga. Y mientras todo esto ocurre, el proletariado
desclasado sigue alimentando al monstruo, comprando acríticamente por Internet, indiferente al
cierre de las tiendas de barrio, a la explotación globalizada que hay detrás de esa infraestructura
terrorista y al daño irreversible que se hace al planeta con el trasiego alocado de sus mercancías
innecesarias.
Falsos autónomos, ciclistas-cartel con la caja de Glovo como mujeres/hombres-anuncio de
principios del siglo XX que se pagan su propia Seguridad Social para llevar a otras personas
precarias comida basura a su casa. Empleos cuyos sueldos no dan para vivir. Asalariados que
son pobres, y mucho paro, cada vez más, por el cierre de empresas y por los ajustes de
plantilla que las grandes y no tan grandes corporaciones han llevado a cabo escudándose en la
pandemia y con la complicidad de los gobiernos de todos los colores (que para eso están).
Por eso en este Primero de Mayo desde el anarquismo queremos expresar que, antes que
nada, la tarea principal que tenemos es la de recuperar la conciencia de clase. Muchas
personas explotadas ya se han dado cuenta de la gran farsa y, poco a poco, van recuperando y
retomando la lucha social, van entrando en la solidaridad de clase, en el apoyo mutuo, en la
autoorganización, en la acción directa... Tienen claro quién es el enemigo y cuáles son los
objetivos de emancipación.
Como anarquistas sabemos que nuestra principal arma es la solidaridad para poder afrontar la
lucha contra el poder económico y político. Pero no habrá solidaridad de clase sin conciencia de
clase.
Tenemos muy claro que el objetivo es el de siempre, y los medios para llegar a él, también. No
pedimos reformas legales, ni mejoras salariales, ni negociaciones con la patronal ni con los
gobiernos. Aspiramos a destruir el capitalismo y el estado-nación desde la acción directa. No
vemos otro camino.
Como anarquistas, seguimos pensando, como Malatesta, en:
-Abolir la propiedad privada de la tierra, de las materias primas y de los instrumentos de
trabajo, a fin de que nadie pueda vivir explotando el trabajo ajeno.
-Abolir el gobierno y todo poder que haga ley y la imponga a las demás y organizar la vida
social por medio de libres asociaciones y federaciones de productores y de consumidores.
-Sólo así se podrán garantizar los medios de vida, de desarrollo y de bienestar a la infancia y a
quien no esté en estado de proveerse sus necesidades.
-Declaramos este Primero de Mayo una vez más la guerra a las religiones y a todas las
mentiras, aunque se oculten bajo el manto de la ciencia.
-Exigimos acceso al conocimiento y a la instrucción científica para todas y todos hasta en su
más elevado grado.
-Seguimos estando en guerra contra al patriotismo.
-Somos partidarios convencidos de la abolición de las fronteras y de la fraternización de todos
los pueblos, de todo el proletariado del mundo para liberarnos de las cadenas que nos imponen
el capitalismo y el Estado.
Salud y que viva el Primero de Mayo revolucionario. ¡Viva la anarquía!
FEDERACIÓN ANARQUISTA IBÉRICA
1 DE MAYO DE 2021