23/7/14

Lo que pasa en Gaza representa un peligro permanente para todas las poblaciones.


gaza 3Lo que pasa de nuevo en Gaza es una tragedia de la que los Estados Unidos y Europa son los principales responsables por el apoyo incondicional que prestan a la política de Israel y el principio de la doble medida que se hará de procesamiento de la información. Cuando el Presidente expresa “la solidaridad de Francia contra los ataques con cohetes desde Gaza”, cuando “recuerda que Francia condena firmemente estos ataques”, cuando dice que “pertenece al gobierno israelí para que tome todas las medidas para proteger a su población contra amenazas y prevenir la escalada de la violencia”, ¿por qué no evoca los civiles muertos en Gaza?
El presidente francés no dice ni una palabra sobre el infierno vivido por las familias palestinas, niños, mujeres, civiles del otro lado de lo que se denomina la “valla de seguridad”. No hay duda de que cree que toda la población palestina, incluidos mujeres y niños, se compone de “terroristas”. Se silencia los cientos de muertos y heridos entre la población palestina, casas, escuelas, cooperativas agrícolas destruidas después de caer 400 toneladas de bombas y misiles durante los tres primeros días de la operación militar israelí contra la Franja de Gaza.
Lo que está ocurriendo en Gaza es un peligro permanente para todas las personas, un gran riesgo para la región, una flagrante injusticia que continúa desde 1948… Sin embargo, en Francia, numerosos análisis realizados por los políticos o los medios de comunicación son a menudo tanto una compleja red de mentiras, como la propaganda, la desinformación y la negación.
El problema no es el contraste entre bandas armadas y un ejército sobre-equipado, que dispone de aviones no tripulados y unas fuerzas aéreas y navales que bombardean una zona donde la población es una de las más densas del mundo. La cuestión radica en lo que motiva a los responsables de estos grupos armados y los de un ejército súper-equipado a la batalla a pesar del enorme desequilibrio de fuerzas.
Consciente o no, hay una especie de complicidad entre los dos partidos, pues tienen interés, por diferentes razones, en mantener el estado actual de cosas: el lado israelí, su política de expansión territorial, la aplicación de los asentamientos en los territorios palestinos y el mantenimiento de un estado de guerra permanente; el lado de Hamas, el control político y religioso sobre la población de Gaza como rehenes, y el rechazo a cualquier alianza con las autoridades palestinas civiles.
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Una cosa es cierta: el bucle de la violencia es alimentada por ambos lados por la ocupación. La situación es causada por el bloqueo, por el cese de las negociaciones que lleva a nada más que crear más miseria y humillación, a aterrorizar a la población civil palestina, literalmente encerrada en un territorio que es una cárcel a cielo abierto. En una entrevista que concedió a “Radio libertaria” el 6 de julio 1991, Arna Mer Khamis dijo: “No hay mayor terror que la ocupación, y no hay peor ocupación que la ocupación israelí.”.
Hoy Gaza se utiliza para probar nuevas armas producidas por la industria militar israelí en pleno auge. Después de cada intervención militar, las ventas de armas israelíes se cifran en miles de millones de dólares. En las ferias internacionales de armas, las armas etiquetadas con “probado en combate” (después de haber pasado la prueba de fuego) se venden mucho mejor.
Las negociaciones con los palestinos no terminarán, pues los israelíes están motivados por el deseo de ocupar un máximo de territorios palestinos. Las autoridades israelíes no quieren la paz. El mantenimiento de un estado de guerra permanente, para ellos, es necesario dada su condición política de anexión territorial. La paz efectiva con los palestinos sería un desastre porque produciría dos efectos totalmente adversos: 1º, se pondría fin a la anexión de territorios palestinos.; 2º, se darían a conocer las enormes contradicciones sociales de la sociedad israelí ya no comprimidas por la amenaza de guerra.
Si los fundamentalistas religiosos palestinos son una de las causas del fracaso de las negociaciones de paz, la principal causa de este fracaso radica en el deseo frenético de las autoridades israelíes para adjuntar un máximo de territorios palestinos y mantener a la población palestina en áreas tan pequeñas como sea posible.
La conclusión sigue siendo la ocupación israelí de los territorios palestinos y la continuación de la política de anexión de tierras palestinas por Israel. Por eso, el fin de la ocupación sigue siendo un requisito previo para detener este bucle de violencia.
15 de julio 2014

Reinventemos nuestro ocio.


A veces me reúno con amigxs en lugares, ambientes, conciertos, fiestas, encuentros,... que suelen frecuentar lxs jóvenes (y no tan jóvenes) “alternatvxs”, anticapitalistas, antifascistas,... o como prefiramos llamarlo. Espacios, zonas, o simplemente momentos donde supuestamente lxs jóvenes (insisto, y no tan jóvenes) crean un ambiente lúdico o festivo alternativo a las propuestas por el sistema capitalista y consumista que combatimos. O al menos, esa es la idea. De ahí, entre otras muchas cosas, el hacer nuestro términos como anticapitalistas, antifascistas, anticonsumistas, alternativxs,...



La realidad, desgraciadamente suele ser muy diferente. De alternativxs (alternativxs al sistema imperante, se sobreentiende, y por tanto, también alternativo a sus propuestas de ocio) nada. Ya que lo que se hace en esos espacios o momentos determinados en donde se reúnen, es exactamente lo mismo que se hace en cualquier otro espacio o ambiente donde jóvenes que ni se plantean salir del sistema o buscar una alternativa lúdica a la que incita el capitalismo dominante dedican su tiempo libre. Como en cualquier discoteca, pub, bar... capitalista, como en cualquier botellón, fiesta o reunión de jóvenes “bakalas” de esos que a veces salen en programas televisivos con sus coches tunning, sus polos Lacoste o Armany, y muchas veces saludan a la cámara con un “¡Arriba España!”.
Drogarse, emborracharse hasta perder el control, demuestra que de alternativo nada. Exactamente a lo mismo incita el capitalismo, el sistema, a los jóvenes en cualquier rincón. Eso si, con peinados diferentes.
Por lo tanto, tampoco hay nada del anti-consumismo y anti-capitalismo que decimos defender. Ya que en esas “quedadas de antifascistas-alternativos-anticapitalistas-...”, lugares, ambientes, espacios, momentos,... Todxs, o casi todxs se convierten en unos grandísimos consumidores en potencia. Es más, no se hace otra cosa más que consumir, consumir y consumir. Alcohol, y drogas, hasta que el cuerpo, el bolsillo o el tiempo dice basta. “Curiosamente” igual que en cualquier otro espacio de “jóvenes capitalistas” o sin ningún tipo de conciencia.
El ambiente se vuelve irrespirable (literalmente), independientemente de que sea un lugar al aire libre o cerrado. Da igual que te cambies de lugar donde estés sentado, ya que los porros están encendidos por todos lados y su humo llega a tu cara te pongas donde te pongas. Supongo que solo lxs que no fumamos sabemos lo incómodo y rechazable que es sentir ese olor, ese humo en nuestra cara que nos obligan a fumar.
Mucho alcohol y drogas que se esnifan, chupan, huelen, comen,...terminan de completar el menú. Como en cualquier lugar “no-alternativo”. ¿Alguien que se meta cualquier droga por la nariz se ha parado a pensar lo desagradable que es, por no usar otro término, ver como te metes cualquier tipo de sustancia por la nariz?
Niños que me aseguran tener 15 años (yo les hecho incluso menos), tambaleándose, con dificultad para vocalizar y que no paran de consumir. Otrxs con parches de borrachxs y orgullosxs. ¿Esta es la alternativa que les ofrecemos? ¿Esta es la educación y la pedagogía de la que hablamos, debatimos y decimos sentirnos orgullosxs? ¿Esta es la sociedad nueva que construimos, el futuro, nuestra propuesta para un mundo nuevo, que nos llenamos la boca para defender?...Reflexionemos sobre el futuro que estamos creando, el que queremos, y la distancia entre ambos.
Desgraciadamente la cosa no acaba ahí. Las similitudes, por no decir directamente la cooperación (inconsciente) con el sistema puede ser aún mas sorprendente. Y eso sucede cuando algunas de las personas que tienes a tu alrededor, supuestxs “rebeldes antifascistas y revolucionarxs” son ellxs directamente lxs traficantes. Son ellxs lxs que están colaborando directamente con el estado, envenenando a sus propixs compañerxs, haciendole el trabajo sucio a quienes nos quieren ver intoxicadxs, sedadxs, inconscientes, zombies, dormidxs, sin capacidad de pensar, perjudicando nuestra salud tanto física como mental, sin capacidad ni tan siquiera de mantener una conversación coherente. Así nos quieren ver, en ese estado, siendo inofensivxs, autodestruyendonxs, convirtiendonxs en zombies,...y son algunxs de lxs autodenominadxs antifascistas lxs que meten la droga, lxs que nos envenenan sin darse cuenta,...Colaboradorxs directxs de la guerra sucia que mantiene el estado contra la juventud rebelde y los barrios obreros. Recuerdo que en mi barrio, los traficantes, personas totalmente apolítica, sin ningún tipo de consciencia, tenían debates morales acerca de a quien no le deberían vender drogas. Debate que nunca he escuchado a estos supuestos “revolucionarios por un mundo nuevo”. Pero, ¿Hace falta tener ningún tipo de consciencia política para ver a quienes les interesa que desperdiciemos nuestro ocio así, que nos cueste pensar y hasta conversar entre nosotrxs, y que seamos nosotrxs mismxs lxs que nos suministremos nuestra dosis de veneno, ahorrándole mucho trabajo al estado?
A veces coincide que hay una manifestación o cualquier otro tipo de acción reivindicativa previa a una de estas fiestas o reuniones. Es frecuente, por no decir siempre, que en las acciones reivindicativas no hay ni el 25% de personas que tan solo minutos después asisten a estas fiestas o encuentros. ¿Dónde estaban todxs esxs jóvenes que dicen tener una consciencia combativa hace unos minutos? Algo estamos haciendo mal. Algo debemos cambiar para conseguir darle la vuelta a estos porcentajes.
El sistema capitalista va ganando. Se han adueñado hasta de nuestro tiempo libre y de la peor manera posible para nosotrxs: Haciéndonos consumidores en potencia y colaboradores, suministrándonos venenos desde las edades mas tempranas, convirtiendo nuestros espacios o momentos “alternativxs” en espacios y momentos ultra-consumistas, y auto-destructivos exactamente iguales que los espacios capitalistas, donde solo cambia la estética. Nos han hecho participes, cómplices directos de ellxs y como tiramos por tierra la vida de jóvenes obrerxs con ciertas inquietudes y algo de consciencia, que podían ser combatimos y una autentica amenaza, en poco menos que zombies. Y hablo en primera persona porque considero que esto no es una critica contra los jóvenes consumidores, ni tan siquiera a los pequeños traficantes que mencionaba anteriormente. No. Esto es una critica constructiva a todxs, incluido a mi mismo, por supuesto. Me siento culpable por todxs las jóvenes que al acercarse a un espacio anticapitalista, o a un grupo de personas antifascistas, no haber sabido prestarle ayuda, herramientas, ideas, consciencia, y solo haberles ofrecido mas capitalismo, mas consumismo, mas ambientes tóxicos para olvidar sus problemas en vez de combatirlos, mas de lo mismo. No haberles sabido mostrar que realmente si hay una alternativa, que existe algo diferente, constructivo, no perjudicial, y donde realmente no entran las armas del sistema ni su guerra sucia contra nosotrxs.
La naturaleza, el arte, la cultura, la formación, la organización, el deporte, la lectura, las películas, los documentales, los talleres, los conciertos reivindicativos, o simplemente las conversaciones entre compañerxs,...todo constructivo, no auto-destructivo, combativo, no sumiso, que nos haga despertar nuestras consciencias, no que nos sede y nos duerma. Mostrar un ocio realmente alternativo, diferente al que nos impone el sistema, y no el mismo pintado con otro color. Construyendo un mundo nuevo, pero realmente nuevo. Convirtiéndonos en una amenaza para el sistema y no siendo sus cómplices. Siendo 100% libres y no dependientes del consumo. ¿Somos realmente ejemplo de la sociedad que queremos?
Dejemos de imitar al capitalismo. Construyamos la alternativa. Ofrezcamos algo diferente. Reiventemos nuestro ocio. Tomemos consciencia.
Xeben
@Xeben_

19/7/14

Democracia representativa, ritual, estado y poder político.


El capitalismo, el contrato social y el estado moderno
Las bases económicas y políticas de los estados modernos fueron ideadas en un principio por aquellos ilustrados que querían establecer un nuevo sistema económico y político que rompiese con el orden absolutista monárquico, y conducir a la humanidad a nuevos campos del desarrollo social, económico, político y científico. Libertad, igualdad y fraternidad fueron los lemas de la revolución francesa, Tout pour le peuple et par le peuple ("Todo para el pueblo y por el pueblo") de los Jacobinos y Government of the people, by the people, and for the people ("Gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo") de Abraham Lincoln como base de la creación de los Estados Unidos, primer parís cuya constitución se basa en los principios liberales. Aun así, el fin del absolutismo no trajo el fin de la "idea monárquica", tal y como señalo Pierre-Joseph Proudhon, sino que despertó a una nueva vida debido a la centralización política del jacobinismo y a la ideología del Estado nacional unitario. En 1776, el filósofo escocés Adam Smith estableció las bases para la economía moderna y el capitalismo actual. En "La riqueza de las naciones": el propósito principal del estado es promover la empresa privada y permitir que las fuerzas del mercado operaran sin excesiva interferencia de los gobiernos. El estado solo debía limitarse a un sistema legal para que el comercio fluyera sin trabas, a emprender la construcción de grandes infraestructuras, y la financiación de la educación pública, proyectos que él consideraba entonces poco rentable.
Thomas Hobbes, filósofo inglés, para garantizar el orden y la seguridad elaboró una metáfora por la cual el pueblo vive en un estado violento de naturaleza, estableciendo un contrato social con el monarca absoluto, por el cual es en este quien recae la responsabilidad de dirigir el estado. El objetivo para Hobbes es el dar libertad a la humanidad para que se ocupe de la ciencia, el arte, la exploración y otros aspectos de la civilización. Este concepto de contrato social fue defendido por John Locke, padre del liberalismo moderno, con el fin de que los seres humanos se sometan a un gobierno para la preservación de la propiedad. Defendió además la democracia representativa con una asamblea legislativa electa en la que residiera la autoridad política.
Jean-Jacques Rousseau, en su libro "El contrato social" estableció la base del discurso demócrata actual, expresando que el pueblo es el soberano de todos los ciudadanos conformando el cuerpo político que emana de la voluntad general, que no es más que el bien común de la "ciudadanía".
Pero no es a través del contrato social como se conformarían los estados, sino como expresó Mijail Bakunin, a través de la violencia y la conquista, argumentando como ningún estado ha tenido jamás un contrato por base, "pero que la ficción del contrato libre base del estado les es necesaria, y se la conceden sin más ceremonias". El periodo más significativo para la consolidación de los estados modernos fue a través de la centralización política y económica de los estados tras siglos de turbulencias internas y rivalidades dinásticas o estamentos por el poder; por lo que el estado moderno tiene su raíz en el centralismo autoritario, hasta después de la II Guerra Mundial, donde los estados adquirieron un creciente número de funciones relativas al bienestar, para asegurar así un fortalecimiento del capitalismo como motor económico y la democracia representativa como motor político.
La consagración del contrato social, el estado, la propiedad privada y el capitalismo se estableció a través de la Carta Universal de los Derechos Humanos, en cuyo artículo 17 establece que toda persona tiene derecho a la propiedad, y que nadie será privado arbitrariamente de su propiedad.
Pierre-Joseph Proudhon advirtió que no era posible eliminar las tradiciones autoritarias de las monarquías solo en el terreno y conservándolas en todos los demás elementos, ya que se entrega la causa de la liberación social a un nuevo tipo de despotismo. La explotación económica, la opresión política y la servidumbre intelectual no significaban sino diferentes fenómenos producidos por una misma causa, la simbología de la idea monárquica y absolutista como forma de esclavitud humana. Expresó que el capitalismo es "la monarquía de la economía", ya que convierte al trabajo en tributario del capital, del mismo modo que la sociedad rinde tributo al estado y al espíritu de la iglesia. Y al igual que el capital hace respecto al trabajo, lo hace el estado y la autoridad en relación a la libertad.
Mijail Bakunin, para criticar la nueva forma de autoridad que se establece en el nuevo poder político y económico por el estado moderno, cuya raíz principal está en el absolutismo monárquico, pone como referente el lema del despotismo ilustrado de "Tout pour le peuple, rien par le peuple" (todo para el pueblo, nada para el pueblo), para establecer cómo cualquier gobierno- sea de "santos y nobles, liberales y hasta republicanos- siente que tiene como la misión conducir a las masas, aun sacrificando los intereses de estos últimos.
El voto como ritual de la democracia representativa
Después de más de 30 años desde la transición Española, allá por los años 1975 a 1978, hemos normalizado el voto como eje de la democracia representativa y el sistema político Español. Cada 4 años, si todo va bien en el gobierno de turno, nos llaman a votar. Carteles colgados de las farolas o en los paneles publicitarios con la cara del candidato del partido mayoritario, un lema y el color representativo, carteles por las paredes de las calles y avenidas de otros partidos no tan mayoritarios, pancartas en puentes y plazas con el debido permiso, a través de militantes decididos etc. Todo, claro está, según el dinero que haya para gastar. Los medios de comunicación de masas bombardean constantemente a través de internet, televisión, revistas y periódicos con encuestas, anécdotas o publicidad, adjudicando estatus a este o a aquel político etc, con la función de presionarnos para participar el día señalado en el ritual de la democracia. Nos dicen que ese día somos importantes, tanto, que incluso exclaman que el poder está en manos del pueblo. En otros medios te pueden vender que ese día es la fiesta de la democracia, tal y como satiriza el grupo de punk madrileño Rumania en su canción fiesta democrática. En definitiva, un día de efervescencia colectiva con el objetivo de renovar el poder legislativo, en el caso de España, las cortes generales formadas por el congreso y el senado y en la UE el parlamento.
Émile Durkheim, destacado sociólogo francés, habla del rito como momento de ebullición colectiva, regeneración del alma y pertenencia y dependencia colectiva de un orden moral superior. Un ritual religioso, al igual que el del voto en la democracia representativa, actúa en el seno de un grupo de personas, en este caso los habitantes con derecho a voto de un estado determinado o una comunidad política como en el caso de la UE, para mantener, renovar y reforzar los sentimientos de pertenencia colectiva y dependencia de un orden moral superior, que representa el estado y sus instituciones, que nos rescata y nos protegen del caos y el desorden que conllevaría la ausencia de los 3 poderes: legislativo, ejecutivo y judicial. Los militantes de los partidos, durante el periodo electoral usan imágenes, señas, colores y todo tipo de simbología para reconocerse entre ellos y ensalzar a sus líderes y su identidad nacional, territorial o local.
Aun pudiendo venderse la democracia representativa como una fiesta, realmente el voto no incluye ningún carácter lúdico. El antropólogo francés Marcel Mauss expresó que los actos sociales no son rituales si no tienen eficiencia material, poniendo como ejemplo las costumbres, los juegos o las fiestas. En el caso del voto, si existe una eficiencia material en cuanto a que se renuevan como hemos expresado anteriormente, el poder legislativo como motor político del estado.
Por supuesto, en un primer momento nos animan a participar de este rito colectivo ensalzando nuestra pertenencia a toda esta comunidad, para que la misma pueda continuar adelante y se hagan efectivas todas aquellas políticas para tener una mejor educación, sanidad, servicios sociales, empleo etc. Más tarde, una vez terminado el ritual y establecido el poder, todo aquel que no haya participado del ritual democrático, como en cualquier grupo de personas o religión que se precie, será señalado, marginado, culpabilizado por la derrota de este o aquel, y más tarde ignorado. Y la tradición se vuelve a repetir una y otra vez cada cierto tiempo dentro de un panorama social en evolución constante.
La legitimidad es uno de los tres principales atributos del estado. Esto es, que tiene que existir un derecho justificable a gobernar. Para que un estado liberal como España o Portugal se legitimen necesitan del ritual de voto "pro tempore" cada 4 años, para que todos y cada uno de los componentes de un país o una comunidad con su participación, legitimen la necesidad de la existencia del estado, y que sean gobernados por aquellos que han escogido.
Max Webber, sociólogo alemán, indica que la legitimidad es un carácter crucial para la propia definición del estado. Para ello, expresa que el estado "es una comunidad humana que reclama el monopolio del uso legítimo de la fuerza en un territorio dado". El uso del término legítimo implica que solo el estado tiene el derecho a emplear la fuerza o a autorizar que otros la usen, por lo que la violencia queda en el monopolio del estado para legitimarse y disuadir o disolver cualquier intento se subvertir el orden establecido.
Últimas elecciones europeas
Hay diversos análisis, todos de ellos parciales, sobre los resultados en las últimas elecciones europeas. Contemplando las estadísticas se pueden sacar varias conclusiones[1]:
  1. Los partidos que propugnan una ideología política y económica clave para el sostenimiento de la Unión Europea y el capitalismo, (casi la totalidad de los partidos que han conseguido representación), no llegan ni al 40% de la población de la UE.
  2. La población que no ha votado y que por tanto con su abstención no está legitimando la existencia de la UE, es más del 57% de la población de la UE.
  3. Entre los escépticos que participan de estas elecciones, la extremaderecha empieza a tener una especial importancia, como en el este de Europa, en Francia, o el escaño logrado por el NPD en Alemania, siendo la primera vez que el fascismo consigue representación en este país después del derrocamiento de Adolf Hitler.
Al margen de que ciertos grupos políticos quieran o puedan plantear sacar rendimiento político por el triunfo de la abstención, lo que está claro, es que la gran mayor parte de la población con derecho a voto en la UE (ya que por ejemplo los inmigrantes no pueden votar), no cree ni legitima en absoluto al parlamento europeo ni a las estructuras Europeas (creadas en 1992 con el tratado de Maastricht, cuando el mercado europeo, la CEE, se transformó en lo que actualmente es la Unión Europea).
En el caso de España, al igual que en el resto de Europa, ha habido una abstención 55% de la población con derecho a voto que ha decidido no legitimar las instituciones europeas. Y entre los votados: los partidos mayoritarios, el PP y el PSOE hacen aguas, sufriendo un fuerte descalabro. Sin embargo, la socialdemocracia se afianza (al igual que en Grecia o en Suecia actualmente), nos referimos tanto IU como a Bildu, ERC o el BNG. Pero es Podemos, quien ha sabido canalizar el descontento social a nivel general.
El caso de Podemos
Una, es la clave principal de la socialdemocracia en España, necesita renovarse. El PSOE ya no representa las aspiraciones de la izquierda, e IU utiliza eslóganes vacíos que intentan llamar la atención de todo un sector social organizado en torno al 15M, (movimiento social que se mostró apartidista y muy contrariado, que no opuesto, con el sistema político representativo español).No obstante, son los fundadores de Podemos los que han sabido aprovechar muy bien el momento social actual. Pablo Iglesias, un líder joven, irónico, y carismático, con muy buena formación política, muy buena cobertura mediática, uso de elementos de participación y democracia directa, y un discurso mezcla de marxismo, autogestión y ciudadanismo (muy similar de las reivindicaciones nacidas en el seno de las asambleas del 15M), diciendo lo que cada sector social quiere escuchar. Ha sabido ilusionar a los votantes tanto de movimientos sociales, como clasistas y de una clase media desanimada con los partidos tradicionales. Aun suponiendo un boom en estas elecciones, no se dijo a donde irían a parar estos votos, que no es otro sitio que a la formación política GUE/NGL (Grupo Confederal de la Izquierda Unitaria Europea/Izquierda Verde Nórdica), a la cual pertenece el PIE e IU.
Para entender el presente hay que conocer el pasado. La socialdemocracia ha presentado y presenta actualmente como cualquier otro organismo que quiera alcanzar el poder político una seria amenaza para los movimientos obreros y sociales, muy especialmente a todos los que pretendemos superar al estado y al capitalismo. Su principal objetivo es canalizar el descontento social a través del voto y diluir las luchas en el parlamentarismo. Y aquí entra en el juego Podemos, cuyos círculos pues aunque funcione como una plataforma ciudadana hacia el interior, hacia el exterior no deja de ser un híbrido de partido político. Y esto es peligroso porque puede llevar a engaño a todo aquel que no tiene mucha formación política, pero que se siente a gusto en los movimientos asamblearios, ya que la jerarquización, la especialización y los dictados autoritarios de la cúpula llegarán antes o después, eliminando por completo todo lo que se ha creado durante años.
La nueva generación de líderes de izquierdas, al igual que banqueros, empresarios y demás políticos saben que, para parasitar del sudor de los trabajadores, algo tienen que cambiar para que todo siga igual.
La propuesta organizativa de Podemos a través de círculos, no es ni novedosa ni revolucionaria. Salvando las distancias, tiene grandes similitudes con la ya propuesta por Jean-Jacques Rousseau en el libro de "El contrato social": en el que se expresa que el pueblo es soberano, de todos los ciudadanos, conformando el cuerpo político que emana de la voluntad general, la cual es el bien común. Una pequeña élite tomara las decisiones cotidianas, mientras que los ciudadanos ejercerían su autoridad a través de asambleas populares (refiriéndose Rosseau a los varones con una renta determinada).
En ambos casos, el cuestionamiento del estado, del ejercicio del poder, y de la autoridad es totalmente nulo, al contrario, lo refuerza con unos planteamientos distintos para evitar cualquier tipo de insurrección que pusiese en peligro la existencia política y social de la burguesía.
Ni Pablo Iglesias ni Juan Carlos Monedero estarán luchando por el trabajador cuando este esté despedido, ni estarán cuando el sindicalismo oficial de elecciones sindicales, comités de empresa y liberados sindicales vuelvan a firmar otro ERE u otra reforma laboral que siga flexibilizando el mercado de trabajo. No estarán con cualquier persona que este ahora mismo torturado en un calabozo, una cárcel o un CIE. Lo que denominan estrategia de política exitosa en sus numerosos discursos, solo encierra el populismo, el desclasamiento obrero, el mantenimiento de la paz social con la patronal y la reafirmación en la necesidad del estado y la autoridad.
Nosotros preferimos los hechos del día a día, y la simbiosis entre ideología y prácticas coherentes que las vacías palabras de los mítines de cualquier político. Tiempo al tiempo.
"Todos los partidos políticos, sin excepción alguna, en tanto aspiren al poder público, no son sino formas particulares del absolutismo. No habrá libertad para los ciudadanos; no habrá orden en la sociedad, ni unidad entre los trabajadores, mientras que en nuestro catecismo político, no figure la renuncia absoluta a la autoridad, armazón de todo tutelaje". Pierre-Joseph Proudhon
Grupo Anarquista Tierra - Federación Anarquista Ibérica (FAI)
[1] http://resultados-elecciones.rtve.es/europeas/2014/espana/

8/7/14

Nuestro boletín del mes de julio.

Ya esta en la calle y on-line, listo para leer y difundir, el último número de nuestro boletín "Buenaventura", correspondiente al mes de julio:

http://es.scribd.com/doc/233035137/Buenaventura-N%C2%BA-47-Julio-2014

El municipalismo libertario de Murray Bookchin.

Tal y como lo define Murray Bookchin, el municipalismo libertario es el nombre del proceso que
Desde ese primer nivel político de la comunidad es desde donde el municipalismo libertario se esfuerza por crear y renovar el ámbito político, para expandirlo posteriormente. A partir de ese nivel, las personas pueden pasar de estar atomizadas a reconocer a sus vecinos, crear una interdependencia, llegar a acuerdos en aras del bienestar común. Es ahí donde se pueden construir las instituciones libertarias (y Bookchin no considera tal concepto una contradicción), que lleven a una amplia participación comunitaria y la mantengan de forma permanente. Se trata de que los ciudadanos recuperen el poder que el Estado les ha arrebatado. El municipalismo libertario llama "municipalidades" a este tipo de comunidades políticas potenciales. A pesar de que las municipalidades varían en tamaños y en estatus legal, puede decirse que todas tienen en común las características y tradiciones suficientes como para que reciban esa denominación. Son lugares que tienen un potencial político, en los que la tradición de democracia directa (aquí Bookchin recoge toda una tradición histórica) puede ser revitalizada. Podemos denominar a este espacio público como potenciamente autogestionable (si no queremos hablar de un gobierno o de democracia, para no caer en términos que resultan confusos en las ideas libertarias).
Naturalmente, ese deseable ámbito político libertario, entendido desde la perspectiva del municipalismo, solo puede realizarse si la vida comunitaria se reduce a determinada escala. Las grandes ciudades actuales se descentralizarían en municipalidades más pequeñas susceptibles de ser autogobernadas. El poder pasaría del Estado y los ayuntamientos a esas pequeñas municipalidades, nacerían nuevos espacios públicos, una nueva infraestructura y producciones económicas locales. Es posible que las personas pasaran de la actual vida estresante, en la que se ven obligados a desplazarse continuamente, a una mayor implicación en lo local, si así pueden realizarse personalmente. Esta descentralización no tiene por qué afectar a todas las instituciones, ya que en el caso de, por ejemplo, las universidades y los grandes hospitales sería más efectivo mantenerlos. En cualquier caso, se espera que la implicación de los ciudadanos en los asuntos públicos condujera a un nuevo florecimiento cultural, de tal manera que se decidiera crear escuelas, teatros o recintos sanitarios sin necesidad de cerrar los grandes centralizados. Del mismo modo que puede producirse la descentralización institucional, también puede darse una física. Esa descentralización geográfica alude al entorno construido de una gran ciudad en referencia a su terreno e infraestructura. Gracias a ello, es posible recuperar un equilibrio entre la ciudad y el campo, entre la vida social y la biosfera. Es sabido que Bookchin tenía una gran preocupación por edificar una comunidad ecológicamente sólida.
Después de los dos tipos de descentralización, debe haber un proceso democratizador directamente vinculado. Las instituciones creadas, de democracia directa, estarían formadas por asambleas de ciudadanos (reuniones generales en las que todos los ciudadanos de un área determinada se reúnen, deliberan y toman decisiones sobre los asuntos comunitarios). De nuevo se apela a la historia para llegar a normas y prácticas racionales. Por supuesto, la intención transformadora es contraria a toda jerarquización, por lo que en ese sentido las praxis anteriores pueden ser rechazables. En cualquier caso, no se habla en ningún momento de instituciones inmutables, todas son susceptibles de mejora. Los lugares de reunión, así como la periodicidad y duración de las asambleas, serán cosa de los ciudadanos, siempre tratando de fomentar la participación pública. Las normas establecidas se decidirán en las primeras acciones de la asamblea, teniendo en cuenta que no se habla de un poder separado de la sociedad, ya que se encuentra bajo el control de los ciudadanos gracias a la municipalidad. Pueden establecerse comités de barrio, consejos y juntas consultivas y administrativas, siempre dirigidas a influir sobre los temas que interesen y siempre respetando la política que decida la asamblea. Los temas deberían ser expuestos de la forma más amplia posible, fomentando siempre el debate, algo propio de una democracia directa, y respetando la pluralidad de puntos de vista. Toda persona tiene el derecho a hablar en la asamblea, aunque el carácter de cada uno puede dificultar este hecho, siempre se pueden buscar formas de dar a conocer una forma de pensar (a través de las personas más capacitadas) y aprender con el tiempo a expresarse mejor y adquirir confianza.
Las personas que tienen una tendencia libertaria rechazan que sea una mayoría la que tome las decisiones, ya que eso supone obligar a la totalidad de la comunidad. Puede decirse que el gobierno de la mayoría es siempre coercitivo y contrario a la libertad individual. La propuesta que se suele dar es el consenso, en el cual no se toma ninguna decisión final hasta que todos los miembros de la comunidad están de acuerdo. Esta búsqueda de consenso es apropiada, y puede funcionar en grupos pequeños. Sin embargo, en grupos mayores y heterogéneos la cosa se complica, hasta el punto de que incluso la voluntad de uno o de un grupo pequeño puede dificultar la toma de decisiones. Es prácticamente imposible que todos los miembros de la comunidad estén de acuerdo en todas las decisiones. El conflicto forma parte de la política, y la disidencia es buena, ya que hay individuos que pueden considerar que una decisión no es adecuada para ellos mismos o, incluso, para la comunidad. No obstante, la búsqueda de consenso puede tener también sus trampas y sus coacciones diversas (la psicología social puede decir mucho sobre cómo la gente toma sus decisiones), incluso personas que disienten pueden ser empujadas a votar finalmente con la mayoría sin que esa sea su auténtica voluntad. De la misma manera, provocando que el disidente se excluya del voto supone eliminarle sin más de la esfera política y hacerlo también con su punto de vista. Es por eso que Bookchin critica el consenso, ya que, o bien intensifica el conflicto hasta fracturar la comunidad, o bien acaba silenciando a los disidentes. Una alternativa es que los disidentes voten abierta y libremente, manifestando su oposición a la mayoría, con la esperanza de que su decisión influya sobre el cambio. De esta forma, aunque sea una mayoría la que toma las decisiones que afectan a la vida social, la minoría se reserva la libertad de intentan derrocar lo decidido. Siempre existirá la libertad de expresar las discrepancias, ordenada y razonadamente, intentar convencer a los otros de que el punto de vista propio es mejor, y la asamblea puede documentar al respecto. De esta manera, las minorías preparan el terreno para demostrar que una decisión puede haber sido equivocada y, al mismo tiempo, provocan el desarrollo de la conciencia política de la comunidad.
pretende volver a crear y expandir el ámbito político democrático como el lugar del autogobierno de la comunidad. Este proceso, por lo tanto, tiene que tener como lugar de partida la comunidad. La comunidad está comprendida por individuos cuyas viviendas están agrupadas en un lugar público diferenciado, formando una entidad comunitaria perceptible. Ese espacio público es el lugar donde lo privado se convierte en comunal. Los vínculos dentro de esa esfera pública están marcados por la proximidad residencial, así como por los problemas e intereses compartidos surgidos de esa comunidad (ambientales, educativos, económicos...). Esos asuntos que los miembros de la comunidad tienen en común, opuestos a los propios de la vida privada, son los temas de interés en el ámbito político. Existen otros ámbitos de la sociedad, como el trabajo o la universidad, donde también se establecen asuntos de interés público, y esos lugares también pueden y deben ser democratizados (ya iremos viendo el concepto que Bookchin tiene de la democracia directa, plenamente compatible en nuestra opinión con el anarquismo).

La aparición del ámbito político

Vamos a tratar de realizar una distinción histórica, atendiendo a ciertos pensadores, sobre la distinción entre el ámbito político y otras esferas de la intervención humana. Murray Bookchin, sin dudarlo, establece tres ámbitos: el político, el social y el Estado. En la Antigua Grecia, Aristóteles solo reconocía una dualidad: la esfera social y la política. Muchos pensadores han continuado pensando como el estagirita, como es el caso de Hannah Arendt, aunque esta autora parece ser que lo que llamaba ámbito político es lo que ahora podemos considerar el Estado (una confusión, por otra parte, habitual).
El ámbito social podemos considerarlo el ámbito privado, y no podemos confundirlo con la sociedad en su conjunto. La esfera privada es la más antigua de los tres ámbitos mencionados por Bookchin, de tal forma que en la prehistoria, en forma de grupos y tribus, las comunidades humanas se estructuraban alrededor de él. Al no existir el Estado, lo que podemos llamar vida grupal coexistía en las primeras sociedades con el ámbito social. Todas aquellas comunidades se mantenían cohesionadas y organizadas por el parentesco, pero también por otros factores que se consideraban hechos biológicos inalterables (como los roles atribuidos al sexo o la cuestión de la edad). Es posible que tardara en aparecer la diferencia de clases y la dominación en la misma sociedad, dándose tal vez una solidaridad gracias a esos factores de cohesión, aunque lo que parece seguro es que la aparición del chovinismo y el racismo (hostilidad hacia otras tribus, al considerarlos una amenaza, y consideración de una taxonomía diferente hacia sus miembros) fue algo consustancial al nacimiento de las primeras sociedades. Ello no implica que no existieran también muestras de benevolencia hacia los extranjeros, aunque hay que tener en cuenta siempre los factores supersticiosos que empujaban a considerarlos algo peligroso.
Las sociedades tribales eran nómadas, cazaban y recolectaban, y en algunas ocasiones recurrían a formas básicas de horticultura. Con el neolítico, se da un cambio de paradigma económico, la agricultura y cría de animales conducen a que las tribus se establezcan en aldeas estables. Con ello, llegó el hecho del almacenamiento de víveres, con lo que algunos miembros se convirtieron en los distribuidores y, consecuentemente, en poseedores de bienes y riqueza. Se dio lugar así a la división de clases, lo que acentuó la jerarquización ya existente (se dio la supremacía al género masculino, creándose la cultura del patriarcado). El concepto del chamán dejo paso a lo que se pueden considerar ya sacerdotes, fortaleciéndose también la institución religiosa con sus demandas ya claramente materiales. Sin embargo, tal vez la consecuencia más importante en este cambio de paradigma económico es el nacimiento de las ciudades: grandes asentamientos permanentes sin producción propia, dependiendo del grano importado del campo. Los componentes de estas ciudades tenían su vida estructurada, no ya alrededor del parentesco, sino por la proximidad de residencia y por los intereses compartidos. Poco a poco, la ciudad se convirtió en una forma de vida en la que el principio de organización social no eran ya los lazos de parentesco; la gente no se consideraba ya miembro de una tribu, sino que se veía a través del prisma de un estatus social o de la pertenencia de bienes, o de una determinada residencia o profesión. Aunque seguirían existiendo prejuicios étnicos, la nueva situación produjo que se diluyeran en cierta medida; un nuevo orden social transformó a la gente de una condición tribal en componentes de grupos heterogéneos y potencialmente cosmopolitas. Era el germen de lo que podemos llamar la universalidad humana.
Insistiremos en que estas ciudades, por muy heterogéneas que fueran, no eran paraísos de igualdad. Existían jerarquías militares y religiosas, así como división de clases y de género. Las élites que gobernaban dominaban a los ciudadanos comunes, los cuales trabajaban para proporcionar bienes o se convertían en soldados forzosos para brutales periodos de guerra. Por otra parte, la ignorancia sobre los fenómenos naturales hizo más poderosa a la clase sacerdotal. Incluso, estas primeras ciudades se podían ver como vastos templos. Sin embargo, y a pesar de todas estas tiranías, podemos considerar que la revolución urbana abrió la posibilidad de que pudieran existir también comunidades libres e igualitarias. El hecho de que las personas tuvieran conciencia de una humanidad universal, también dio lugar a la posibilidad de una organización ética y racional. Es por eso que la aparición de la ciudad inauguró el desarrollo de lo que podemos llamar "ámbito político". Esta esfera se caracteriza por la existencia en una misma ciudad de intereses compartidos y de espacios públicos mantenidos en común por comunidades interétnicas. El ámbito social queda físicamente delimitado por las paredes del hogar, más allá está el ámbito público (calles, plazas y lugares de reunión). En ese espacio público, los ciudadanos podían comerciar, encontrarse, relacionarse, influenciarse mutuamente, intercambiar noticias y hablar de asuntos comunes. Eran espacios que, potencialmente, podían ser usados para fines cívicos y actividades políticas. Es la polis griega, a pesar de las desigualdades ya mencionadas, la que define y concreta el ámbito político como el campo de la autogestión por democracia directa: la libertad positiva de una comunidad como conjunto, con la cual las libertades individuales están estrechamente entretejidas. Ahí se puede situar la tradición de democracia directa, que es ahogada por los grandes imperios que llegan después, pero que reaparece a lo largo de la historia (como es el caso de algunas comunas medievales). En pleno feudalismo autoritario, algunos ciudadanos reclamaban un espacio para autogestionar sus asuntos sin élites gobernantes.
La aparición del ámbito político abre la posibilidad de una comunidad libre y autogestionada, pero las élites políticas siguen ejerciendo su autoridad sobre la vida política (apelando incluso a derechos tribales ancestrales supuestamente superados). Por otra parte, los ejemplos históricos de lo que podemos llamar "democracias directas" conservan numerosos rasgos oligárquicos, xenófobos y discriminatorios de diversa índole. Sin embargo, todos esos defectos son contextualizables, propios de un determinado momento en la totalidad de una época. Era seguramente muy complicado que no se diera la esclavitud en la Antigua Grecia, al igual que en otras sociedades del momento, pero sí se mostraron superiores a las monarquías represivas de esas regiones y generaron el concepto del ámbito político. El Estado, al igual que los ámbitos social y político, también tiene un desarrollo histórico.
Formación ciudadana
El liberalismo es, al menos a día de hoy, una teoría política primordial para la democracia representativa. Según esta idea, el individuo es libre y soberano para elegir entre una serie de opciones en unas elecciones democráticas. También, entre las libertades que preconiza el liberalismo, está la presunta libertad para buscar su beneficio personal. La cultura norteamericana, puede decirse, es la exacerbación de esta visión heroica y abnegada del individuo en buscar de una determinada meta. Sin embargo, no es demasiado complicado desmontar esta visión de un individuo autónomo, que no depende de un vínculo social, ni a nivel privado ni a nivel comunitario. No está nunca de más insistir en esta visión falaz del liberalismo, cuyos postulados son meramente negativos; es decir, autonomía e independencia son conceptos que no adquieren un sentido pleno ni positivo si no los vinculamos a lo social. El individuo solo puede realizarse aceptando su condición de "animal social", no independizándose de la sociedad, ya que necesita el apoyo y la solidaridad de la comunidad. Las más nobles aspiraciones son tanto individuales como sociales, y solo el individuo plenamente desarrollado puede comprender esto. Incluso, a pesar de lo que sostenga el liberalismo, las etapas de mayor atomización pueden coincidir con un mayor poder del Estado y de otras instancias a las que el individuo se subordina. En las sociedad contemporánea, desgraciadamente, el ciudadano se ve reducido a su condición de votante y de contribuyente; tanto el Estado, como el sistema capitalista, promueve la infantilización, perpetúan la dependencia y la subordinación (aunque esa intención adopte la forma de tutela en tantas ocasiones). En este contexto, potenciado por una sociedad de consumo que nos empuja a acumular bienes de manera irracional, nos convertimos en extremadamente vulnerables a la manipulación por parte de personas y de instituciones. Elegir a un candidato a un puesto, tal y como elegimos un producto en el mercado, debe ser sustituido por una vida política activa con un compromiso claro con los asuntos que nos afectan. Por lo tanto, hay que trabajar para desmontar esa mistificación de un individuo autónomo y autodeterminado desprendido de todo nexo social.
Nuestra capacidad de razonar, la dependencia mutua que tenemos con otras personas y la necesidad de la solidaridad deberían ayudar a una existencia más activa y a la creación de un nuevo ámbito político libertario. El Estado, el capitalismo y la jerarquía social pueden ser sustituidos por las instituciones cooperativas adecuadas. Esta perspectiva, por ejemplo para Murray Bookchin y su idea del municipalismo libertario, pero también en nuestra opinión desde cualquier perspectiva ácrata (un socialismo descentralizado, una autogestión de lo social), se realiza desde el ámbito de lo local. Una nueva sociedad requiere de un nuevo carácter social e individual, nada de votantes y contribuyentes pasivos. Nuevas potencias del carácter, virtudes cívicas y compromisos pueden desarrollarse en un nuevo contexto. Entre todo ello, otorgar un campo más extenso para la razón y para la solidaridad (compromiso con el bien público) es primordial. El esfuerzo y la responsabilidad compartidos de todos los miembros de la comunidad es lo que hace a ésta posible. Tantas veces se ha cuestionado la capacidad de los ciudadanos para gestionar con sentido común de manera directa, pero precisamente en potenciar la razón, algo tan cuestionado en la posmodernidad, estriba la cuestión. Para un debate constructivo, es necesaria la razón, precisamente para superar todo partidismo y prejuicio, para demostrar la superioridad de una sociedad cooperativa frente a otra competitiva en la que las personas están atomizadas. Esta visión socialista no elimina la posibilidad de una vida personal enriquecedora, todo lo contrario, promueve un mayor sentido en las relaciones humanas. De hecho, debemos analizar siempre qué relación tenemos con las personas de nuestro entorno, y acabaremos descubriendo el miedo y la desconfianza que prevalecen sobre cualquier otro factor. Al compartir proyectos, las personas desarrollamos nuevos vínculos solidarios y responsabilidades conjuntas, podemos ganarnos la confianza de los demás y dar lugar a nuevas situaciones. En definitiva, individualidad y comunidad pueden reforzarse y alimentarse mutuamente desde una perspectiva libertaria. Observar el compromiso y la vida activa, no como una pesada carga, sino como una forma de realización es la base para este nuevo contexto social.
La mentalidad estatal, es decir, conservadora, considerará siempre al ciudadano como un crío incompetente y escasamente razonable. Con las adecuadas experiencias y preparación, los ciudadanos pueden adoptar posiciones razonables y constructivas. Solo hace falta desprenderse de prejuicios y tener la paciencia necesaria y fortaleza de carácter. La política puede pasar de la clase dirigente, de la profesionalización, a la gente de la calle. Precisamente, el grado de maduración de los ciudadanos es lo que puede alcanzar un compromiso político no profesional, sin subordinaciones a jerarquía alguna. Esa actitud de las personas para autogestionar la sociedad no brota de la noche a la mañana, puede ser resultado de una preparación cuidadosa, un formación cultural y personal propia de una nueva situación. Los antiguos atenienses, denominaban a esta educación paideia, el cultivo apropiado de las cualidades cívicas y éticas necesarias para la ciudadanía. Esa educación puede estar dirigida también a una identificación con la comunidad y hacia una responsabilidad con ella, hacia la participación asamblearia de manera racional, tolerante y creativa. Esta formación de ciudadanos se produce también en la participación política, la mejor escuela es sin duda una nueva sociedad cooperativa y participativa, integrada por individuos responsables. Es una tarea inmensa, que no pasa por un mero compromiso político, ya que el ser humano necesita tantas veces respuestas vitales inmediatas. Es necesario, como hemos dicho antes, mucha paciencia y carácter para lograr resultados y transformar la sociedad. Desgraciadamente, muchas personas reducen su conceptos de la política al arte de gobernar, al Estado, y no son capaces de encontrar una alternativa clara al sistema económico. Sin embargo, a medida que vayamos encontrando nuestras propias respuestas, gracias a tratar de escapar de toda subordinación y a construir más ámbitos de debate, junto a más vías solidarias y participativas, es posible que se vayan cimentando las bases de un nuevo contexto libertario.

La descentralización institucional

Lo deseable es que las personas recuperen el ámbito político de lo local (podemos llamarlo municipalidad, en consonancia con el pensamiento de Murray Bookchin, ya que la terminología es menos importante que los hechos). Tal y como hemos comprobado en los últimos años, con movimientos sociales como el 15-M, se forman asambleas y el poder pasa a los ciudadanos, lo que requiere un esfuerzo consciente por parte de cada persona. Los anarquistas, como movimiento social, tal vez sean los que más experiencia tengan en este sentido, por lo que pueden ayudar a formar y a movilizar a los ciudadanos y a establecer las asambleas. Aunque, en gran medida, pueda haber mucho de espontaneidad en el movimiento, solo la organización libertaria establecerá bases sólidas para la transformación social. Resulta esencial que se creen también grupos de estudio, que debatan y busquen respuestas ante todas las necesidades locales. Solo a través de la autoeducación, tratando de vencer todos los obstáculos que se puedan presentar, puede luego ayudarse a los demás y propiciar que se eduquen a sí mismos. Todo ello contribuirá a hacer avanzar un movimiento libertario desde lo local, sin que existan tendencias centralistas y autoritarias. En cualquier caso, es imprescindible el florecimiento cultural, tal y como propicia el anarquismo, solo posible donde se dé la máxima libertad con la máxima igualdad.
Insistir en el esfuerzo consciente y en la educación social es algo importante, con toda la dificultad que ello conlleva en nuestra sociedad, tan dada al aislamiento y a la enajenación. Bookchin apostaba por la creación de una fuerza identificable dentro de la comunidad, la cual debería darse un nombre previo, claro y reconocible, para desarrollar una inconfundible identidad política. Es esta fuerza, o movimiento, la que puede ayudar a la educación pública, captando los temas que sean de mayor interés. La implicación en lo local supone poner en marcha análisis, estudios, medios, expresiones artísticas... todo aquello que ayude al conocimiento de un determinado tema y lo ponga al alcance general. Pueden publicarse y distribuirse todos las expresiones a través de los lugares más frecuentados. A modo de la antigua tradición del ágora, pueden hacerse lecturas, conferencias y debates en espacios públicos o en cierto centros, todo ello propiciando la continua educación sobre los más variados temas, incluyendo la formación política. Aunque en la sociedad capitalista pueda haber rasgos cooperativos, que fortalecen la solidaridad en comunidad, solo la creación de asambleas de ciudadanos y el florecimiento de una nueva vida cultural y política puede crear una sociedad libertaria, junto a las instituciones que le dan sentido, de forma permanente. Verdaderamente, se necesita una gran preparación, ética y política, junto a una voluntad y una paciencia férreas, para explicar a los demás lo importante de la sociedad libertaria.
Un problema que planteaba Bookchin, que no se produce en pueblos y ciudades, era el de los suburbios. Los grupos que se hallen en un área suburbana pueden desplazarse durante largo tiempo sin que den con un espacio público, pisando solo propiedad privada y apenas relacionándose con otros seres humanos. El anarquismo se basa en la existencia de la comunidad, por lo que tiene más sentido en aquellos lugares donde la gente se encuentra con los demás con cierta frecuencia. En los suburbios, el sentimiento comunitario es más débil que en pueblos y ciudades, aunque también existen intereses comunes sobre educación, medio ambiente, transporte o economía local. El ser humano necesita vivir en sociedad para poder desarrollarse, resulta impensable que haya nadie que lo dude a estas alturas (incluso aquellos críticos con la vida en sociedad, tienen que pensar que son igualmente determinados por ella, aunque sea por su propio y deseado aislamiento), por lo que las necesidades prácticas de nuestra existencia, individual y social, hacen que sea necesario que nos entendamos con los demás. No de forma casual, sino de una forma deliberada y consciente, ya que solo ello puede tender a la liberación. Para ello, sea donde sea el contexto urbano en el que vivamos, hay que buscar espacios públicos donde se delibere y se conduzcan adecuadamente las reuniones.
En el caso de las grandes ciudades, con la concentración a veces de millones de personas, se presentan otro tipo de problemas. Tantas veces, las personas somos extrañas unas a otras, a pesar de vivir en el mismo vecindario. Esta densidad de población parece excesiva para la creación de asambleas populares, ya en la Antigua Grecia se consideraba que la polis debía ser lo suficientemente pequeña para que los ciudadanos se conocieran entre sí. En estas ciudades enormes, se produce el mismo poder político que en un Estado, por lo que la democracia directa plantea verdaderas dificultades. No obstante, tal como dice Bookchin, la administración del municipio tiene diferencias con la del Estado-nación, ya que la implicación del ciudadano es más accesible y los centros vecinales no son tan difíciles de crear. Las juntas escolares y la reuniones de distrito permiten a los ciudadanos de un mismo vecindario reunirse y hablar de problemas comunes. Es posible que una descentralización física fuera complicada, y extendida en el tiempo, pero una descentralización institucional puede iniciarse en cualquier momento, como podemos ver en ciertos movimientos sociales, de ámbito general, con la creación de asambleas populares. Los rasgos libertarios se encuentran en esta creación de asambleas populares por barrios, y también en su posterior confederación, que puede tratar de coordinar cuestiones como el transporte, la sanidad y otros servicios. Es un inicio de descentralización institucional, a nivel de barrios, que puede conducir a transformaciones generales también en aspectos logísticos y estructurales.
Siendo, como somos, los anarquistas siempre críticos con eso llamado "identidad colectiva", creyendo siempre en una liberación individual íntimamente ligada a la cuestión social, hay que aceptar las diferentes culturas y sensibilidades que albergan las grandes ciudades. Una descentralización institucional, que asegure la potestad de los ciudadanos para gestionar los asuntos que les atañen, donde las personas de sensibilidad libertaria posibiliten que se asegure la pluralidad, la dignidad y el respeto, solo conseguible gracias a la máxima libertad junto a la máxima igualdad, y donde se produzca un ilimitado florecimiento cultural y político, es un camino en el que la utopía puede ir haciéndose realidad y alejándose cada vez un poco más hacia adelante.
Capi Vidal

4/7/14

El concepto del Poder popular en el anarquismo.

Desde hace algunos años se viene reivindicando el "poder popular" en diversos movimientos anarquistas latinoamericanos. Se trata de grupos generalmente vinculados a la corriente comunista libertaria –conocidos como plataformistas o especifistas– presente en numerosos países del mundo, y curiosamente ausente del anarquismo ibérico tradicional.
Se trata de un concepto 'importado' del marxismo latinoamericano de los '60 y '70 del siglo XX. En aquella época el marxismo en sus diversas facetas –guevarista, trotskista, leninista o hasta el socialismo de Allende– hablaba sobre la construcción de una base social tendente al socialismo. En esta construcción del socialismo se hablaba del poder popular. La Federación Anarquista Uruguaya (FAU) y otros grupos argentinos aceptaron el término y lo fueron integrando en su quehacer político.
La FAU logró sobrevivir a la dictadura uruguaya (1973-1985), y en los '80 fue prácticamente el único grupo anarquista del continente americano. En los '90, lentamente, comienza a resurgir en diversos países americanos el anarquismo, y para entonces la FAU ya tenía un cierto bagaje social y político, por lo que pudo influir en la formación política anarquista de varios grupos de diferentes países.
En los últimos años es cuando este desarrollo se ha acelerado generando grandes organizaciones libertarias como la Federación Comunista Libertaria (Santiago de Chile), el Frente de Estudiantes Libertarios (Chile y Argentina), la Coordinadora Anarquista Brasileña o la Federación Anarquista Revolucionaria de Venezuela [2]. Éstos grupos y muchos otros no anarquistas adoptan la posición de la FAU sobre el llamado poder popular.

Concepto

El poder popular consiste en un “empoderamiento” colectivo. Empoderamiento es una palabra inglesa que viene a significar toma de conciencia de un poder que todo individuo tiene. Es un poder basado en la lucha y en la dignidad. Se trata de que una comunidad se 'empodera' cuando a resultas de una lucha determinada logra una concienciación. Esta concienciación genera una expectativa de nuevas luchas –ya que se piensa que también será posible la victoria–. Cuando se unen varias luchas, con sus victorias o su ejemplo histórico, en un solo movimiento –o comunidad en movimiento– podemos hablar de una
comunidad que ha generado poder popular. Cuando se unen varias luchas en un movimiento podemos hablar de una comunidad que ha generado poder popular El poder popular hace que el “pueblo sea fuerte”. El concepto de un “pueblo fuerte” también está presente en el comunismo libertario latinoamericano, y a menudo ha sido adoptado por los movimientos de liberación nacional. Se trata de que un pueblo empoderado, se convierte en un pueblo, o una comunidad, difícil de doblegar por los poderes estatales o capitalistas. Un pueblo con poder popular es un pueblo respetado. Se habrá llegado a otra etapa de la lucha social, puesto que ya tendremos a la vista la futura sociedad socialista.
El pueblo puede empoderarse mediante las luchas sociales, pero también por su construcción de alternativas que surjan desde el pueblo mismo. En este caso los diferentes procesos de autogestión a pequeña escala contribuyen a la idea de que una autogestión a gran escala es posible –es decir, la socialización de los medios de producción: el socialismo–. Cuando se combina una politización general en la sociedad, con una serie de victorias que hayan animado a la gente a intentar ir a más, con unos cuantos proyectos autogestionarios que muestren el camino, entonces este poder colectivo puede llegar a ser verdaderamente revolucionario y le disputará el poder a quienes lo ostentan.
También habría que decir que se trata de un proceso acumulativo. Es decir, que cada victoria estará contribuyendo a alcanzar el objetivo final. Cada lucha se convierte en una acumulación de experiencia, de formación política, de debates, de campañas, que redundará en beneficio del objetivo. Con las luchas se irá viendo claro qué fuerzas políticas contribuyen a empoderar al pueblo y cuáles lo entorpecen y desvían de sus metas.

Ejemplos ibéricos

Para comprender un poco mejor los conceptos de construcción del poder popular pondré un ejemplo que no se suele asociar con estos términos. La Revolución Asturiana de 1934, que fue un proceso de acumulación de fuerzas del proletariado asturiano. Fue un proceso de años, en el cual mediante las huelgas, los boicot, las expropiaciones, los mineros y obreros autóctonos y foráneos fueron tomando conciencia hasta llegar al año 1934 en el que todas las contradicciones de clase vividas dieron lugar a la huelga general revolucionaria de Octubre.
Los proletarios asturianos habían pasado un año de un agudo conflicto de clase en el que se vivieron numerosos enfrentamientos armados, huelgas parciales y pequeñas insurrecciones a escala local, que generaron un ambiente de resistencia generalizado. Se podía decir que la gente le había perdido el respeto a la autoridad, que la desafiaba abiertamente de forma diaria. Y que, en cuanto tenían la ocasión, imponían el poder de la clase obrera, como en la huelga de Gijón (septiembre de 1934), o saltándose las prohibiciones gubernamentales al diario Avance –un diario socialista asturiano que favorecía la idea de la revolución social– o haciendo motines en la prisiones que acababan con presos armados y grandes fugas. Todo esto en medio de un proceso de armamento generalizado de la clase obrera: sólo en aquel año se habla de que los obreros asturianos compraron unas 10.000 pistolas con sus salarios Se habla de que los obreros asturianos compraron unas 10.000 pistolas con sus salarios. Sin hablar de los numerosos robos de armas en armerías o expropiaciones de dinamita en las minas. El proceso que llevó a la Revolución Asturiana es un potente ejemplo de cómo un pueblo entero construía un poder popular.
Lo que quizás nos cueste más comprender es que en Asturias este poder popular estaba apoyado por los diferentes actores políticos de la izquierda –anarquistas, cenetistas, socialistas, comunistas y marxistas de izquierda– cada uno a su manera, pero todos sumando. Es por ello de reseñar que muy probablemente participaron unas 30.000 personas de entre una población obrera de alrededor de 120.000, lo que indica la magnitud del movimiento.

Papel de los anarquistas

Tradicionalmente se ha producido un debate en el seno del movimiento libertario sobre cómo enfocar el proceso que llevará a la revolución social –o al comunismo libertario–. Por un lado están los que defienden un movimiento libertario fuerte, numeroso y bien formado que 'dirija' al pueblo a la revolución y que convoque insurrecciones y huelgas hasta conseguirlo. Por el otro lado también habría numerosos anarquistas que defienden un pueblo organizado de forma libertaria siendo conscientes de que la comunidad, por ser numerosa debe ser necesariamente plural, y por ello buscando contribuir al conjunto con los métodos propios de los anarquistas, pero dentro de ese pueblo en lucha. Para éste sector el papel de una organización anarquista sería el de aglutinar a los distintos militantes que participan en los movimientos sociales para dotarles de una coordinación, y de una coherencia política propia para sus objetivos.
En el anarquismo ibérico, sin embargo, ha predominado siempre el anarcosindicalismo como forma organizativa de la militancia libertaria. Las organizaciones sindicales han sido siempre vistas como el eje vertebrador de todo el anarquismo, siendo el resto de organizaciones libertarias como apoyo de –y muchas veces supeditadas a– las organizaciones sindicales de masas.
De alguna manera en muchas de las comunidades en lucha latinoamericanas se puede respirar algo de este poder popular –comunidades zapatistas, indígenas, del MST de Brasil, de Oaxaca, comunidades venezonalas, poblaciones chilenas, etc.–. Cuando se está en una de estas comunidades se tiene la impresión de estar en un lugar totalmente distinto al nuestro, regido por otras reglas. No quiere decir que se trate de comunidades anarquistas, sino que son lugares en los que "el pueblo manda". Estas comunidades son lugares en los que "el pueblo manda"Aunque alguna comunidad de estas se parezca a la sociedad propuesta por el anarquismo, aún el movimiento libertario actual no ha logrado influir lo suficiente en los movimientos populares como para que haya comunidades en lucha inspiradas en el comunismo libertario. Es precisamente ahora cuando el anarquismo vuelve a la partida por un mundo nuevo. 

 https://www.diagonalperiodico.net/la-plaza/concepto-del-poder-popular-anarquismo.html

No a la “huelga ciudadana” sí a la huelga general revolucionaria.

Los anarquistas ante las nuevas propuestas “cívicas” de Las Marchas de la Dignidad
images (3)Las Marchas por la Dignidad han parido un nuevo palabro: la huelga ciudadana o el paro cívico. Este uso de la terminología ciudadanista nos indica por donde va la orientación de este movimiento social antaño esperanzador, integrado por mucho ácrata también pero claramente influenciado por los defensores de cambiar las cosas desde dentro y desde las instituciones, es decir los partidarios de que algo cambie para que todo siga igual.
¿Se hace necesario a estas alturas explicar qué es una huelga general y que pretende? Parece ser que sí. Las huelgas las convocan los trabajadores o parados, es decir es una herramienta de clase, un arma de confrontación en la guerra insalvable de los explotados contra sus explotadores y por tanto no puede convocarse una huelga “ciudadana” porque o es ciudadana o es huelga. No puede utilizarse la huelga para proponer una mejora de las instituciones políticas. Huelga general y ciudadanía son términos antitéticos. Ambas cosas son imposiles si no contradictorias. La huelga persigue arrancar a la burguesía (a la clase de los ciudadanos) mejoras y cambios sustanciales en las estructuras sociales y políticas en favor de los explotados.
El ciudadanismo hay que entenderlo desde lo político; enmarcado en una discusión de la gobernanza por un lado y lo civil por el otro; siempre dentro de un Estado democrático con instituciones y Constitución bien establecidas, donde la ciudadanía toma su papel como una parte pasiva de la sociedad, donde los dirigentes aprueban, aplican y hacen respetar las leyes, con un aparato de violencia legítima, para defender la integridad de los individuos, sus derechos humanos, la propiedad privada, etc.
En este sentido el ciudadanismo es una respuesta a la crisis del capitalismo democrático y liberal, no para combatirlo realmente, sino para suavizarlo y mejorarlo . (blog de Cultura y Anarquismo).
Por tanto, los anarquistas no debemos apoyar una “huelga” que no surge de abajo, de las asambleas de trabajadores y parados, que no sea de clase, porque tal concepto de huelga no existe. La dignidad que persiguen las marchas no se va a conquistar ocupando escaños, “democratizando” las instituciones, quitando a polìticos corruptos para sustituirlos por ciudadanos ejemplares que pagan sus impuestos y votan cada cuatro años. Queremos otra cosa.
La dignidad no se alcanza con marchas y paseos con banderas y batukadas. La dignidad solo se alcanza cuando los oprimidos alcancemos un sistema social en donde se haya arrebatado la riqueza que producimos todos a quienes la guardan para ellos. Igualdad y libertad, he ahí las premisas necesarias para alcanzar la dignidad. Y para llegar a ello solo hay un camino: la revolución social, porque los poseedores de la riqueza, los explotadores y sus aliados de la política parlamentaria y del Estado no van a dar ni sus migajas al pueblo por mucha marcha “cívica” que se convoque.

¡Frente a la huelga ciudadana, huelga general revolucionaria!

 http://grupoanarquistahc.wordpress.com/2014/07/02/no-a-la-huelga-ciudadana-si-a-la-huelga-general-revolucionaria/

Entrevista al grupo anarquista Higinio Carrocera de Asturias


grupoCon solo cinco meses de vida, el grupo anarquista Higinio Carrocera de Asturias continúa con su actividad constante centrada, entre otros aspectos, en la formación y difusión anarquista y la acción directa.
Después de este breve, pero intenso recorrido, desde el Portal Libertario OACA pretendíamos conocer algo mejor a este grupo de afinidad anarquista y amablemente nos han constestado a varias preguntas que ofrecemos a continuación.
Solo nos queda dar las gracias públicamente al grupo Higinio Carrocera por esta interesante entrevista e invitar a todos los amigxs a estar al día de sus actividades y artículos en su página web: http://grupoanarquistahc.wordpress.com/. Salud!

Pregunta: Nos gustaría comenzar porque nos contarais cómo y por qué surge el grupo de afinidad anarquista Higinio Carrocera y cómo os organizáis en la actualidad.
Respuesta: Nacemos en febrero de este año con una convocatoria en el seno de CNT de Oviedo, ampliada luego a otros sindicatos y siempre dirigida a personas con las que hay afinidad. Tras varias reuniones preliminares queda constituido el grupo específico con un número reducido de compañeros. Entendemos que los grupos de afinidad, dado que toman acuerdos por unanimidad, no deben estar integrados por demasiadas personas y siempre es preferible si hay más gente, formar varios grupos y federarse. Se puede decir que provenimos de las cenizas del desaparecido grupo Orbayu, de la FAI. Tenemos reuniones mensuales, cuotas, actividades y acciones permanentes, un puesto con material de propaganda para financiarnos,. etc... Todos los integrantes del grupo específico estamos tambien integrados en los sindicatos de CNT de Oviedo y Gijón y con buenas relaciones con el de Candás, que son los tres sindicatos asturianos. Todos los integrantes del grupo nos consideramos anarquistas y nuestro objetivo pasa por federarnos con otros grupos anarquistas dentro de la FAI y difundir el ideal ácrata en Asturias.
P: Sin duda, gracias a vuestra existencia, el nombre de Higinio Carrocera está sonando bastante últimamente. Tenéis en vuestra web una rica biografía de Higinio, pero nos gustaría saber cuáles son los valores que representa para vosotros este histórico anarquista y que os hizo decidiros a rendirle homenaje llevando su nombre.
R: Algunos de los integrantes del grupo hemos sido organizadores de los actos del 75 aniversario de Higinio Carrocera en 2013 y siempre trabajamos por rescatar del olvido en la sociedad asturiana a uno de los hombres más importantes de la historia reciente de Asturias y también del anarcosindicalismo ibérico. Pero además, a medida que profundizamos en la figura de Higinio fuimos conociendo más valores de este compañero que se pueden resumir en: coherencia, valentía, revolucionario y honestidad. Higinio siempre fue un hombre modesto que nunca quiso protagonismos. Sin embargo su trayectoria vital está jalonada de hechos heroicos y ejemplares, ya desde sus luchas en la fábrica de Duro Felguera, su organización de grupos anarquistas de la FAI en Asturias, y su capacidad de organizar a los milicianos en el combate contra el fascismo. Murió fusilado en Oviedo por negarse a colaborar con los franquistas, que le habían ofrecido un batallón. Su captura dice mucho de su valor y su forma de ser porque, mientras dirigentes socialistas, comunistas, republicanos e incluso de la CNT se apresuraron en coger los primeros barcos para huir, el seguía pegando tiros en el frente para cubrir la retirada y fue el último en tomar un barco, motivo por el que fue capturado ya en alta mar. Para nosotros Higinio Carrocera tiene la misma talla que Durruti, aunque su actuación fuera más local. Poniendo su nombre al grupo le hacemos un pequeño homenaje.

P: En los últimos meses estáis demostrando una intensa actividad con la difusión de distintas iniciativas y comunicados. ¿Podéis describirnos cuáles son vuestros actuales frentes abiertos y futuros proyectos? ¿Destacaríais alguna actividad de las realizadas recientemente?
R: Estamos metidos de lleno en la celebración del 200 aniversario de Mijail Bakunin. Recientemente hicimos una charla en Oviedo, con gran éxito de público, en la que participó el historiador de Candás Borja Naredo. Ahora mismo estamos intentando organizar la primera feria del Libro anarquista en Asturias con la colaboración de CNT. Tenemos contactos y actividades conjuntas con los grupos de la FAI galaica. Este verano haremos una gira propagandística por varias localidades gallegas invitados por el Grupo Acción Directa de Vigo. También estamos preparando para otoño algunas charlas, una sobre anarcosindicalismo y otras sobre el negocio de la Iglesia. También publicamos un cuaderno subversivo titulado 'Fesoria' en donde recojemos artículos, noticias y reflexiones. Participamos con nuestro puesto de propaganda y libros en los mercadillos de la colectividad libertaria Valemás. En la pasada Semana Santa nos introdujimos en las procesiones de Avilés para repartir folletos contra la Iglesia. Por otro lado tenemos un blog y una página en facebook para difundir nuestros artículos y comunicados. En fin, no paramos desde nuestra creación.

P: De forma general y desde vuestra experiencia, ¿Cómo veis el movimiento libertario en Asturias? ¿Y en el estado español?
R: El movimiento libertario en Asturias se concentra en la actividad de los sindicatos de CNT en Oviedo, Gijón y Avilés. También las julis (FIJL) trabajan bastante bien en Asturias y el ateneo libertario de Oviedo lleva a cabo una intensa labor cultural. Cuando se gestó el movimiento del 15M inicialmente los anarquistas tuvimos una intensa participación, al igual que en el CSOA La Madreña de Oviedo. Sin embargo la deriva que fue tomando este movimiento hacia el ejecutivismo y los intentos de acapararlo por parte de dirigentes de la izquierda parlamentaria hizo que muchos regresáramos a nuestras organizaciones. Luego tenemos la radio libre (lleva 30 años funcionando) Radio QK que, aunque no sea anarquista, si participan en ella muchos anarquistas y anarcosindicalistas o gente más o menos afín al movimiento libertario. Precisamente uno de los objetivos del grupo es tratar de dinamizar y fomentar acciones conjuntas entre los libertarios asturianos y por eso animamos a otros anarquistas a crear nuevos grupos de afinidad para federarnos y aumentar nuestra influencia. En el resto de España, según el Ministerio del Interior parece que los anarquistas somos el principal problema o sea que debimos haber crecido mucho. Fuera de bromas, parece que ha habido un resurgir del movimiento libertario tanto en el ámbito sindical como de grupos anarquistas, ateneos, etc.. También ha sido importante la influencia ácrata en el 15M y su manera de trabajar siempre utilizó modelos del anarquismo clásico como la horizontalidad, el asambearismo y la ausencia de dirigentes, así como la acción directa. Hemos aportado coherencia y formas de organización alternativa a otros movimientos sociales.

P: Para finalizar nos gustaría detenernos un poco en saber vuestra percepción sobre el anarquismo en la coyuntura actual. ¿Qué podemos aportar en este momento? ¿Qué podemos hacer para recuperar la fuerza de antaño? ¿Qué errores debemos subsanar?
R: Debemos ser coherentes y no olvidarnos de nuestros métodos: la propaganda por el hecho, es decir la coherencia entre fines y medios y dar el ejemplo a los trabajadores siendo nosotros los primeros en la lucha. Hay que seguir formando e informando a las masas de que hay otras formas de luchar y organizarse. Hay que mantener la ilusión y tener siempre presente nuestra trayectoria. En cuanto a errores, algunos en los que caemos pueden ser el sectarismo, la escasa militancia, la falta de formación y de cultura ácrata (hay que leer más), la inexistencia de organizaciones o la falta de coordinación entre los anarquistas. Denunciamos la militancia virtual frente a la real. No se puede hacer la revolución desde twitter o desde facebook. En Internet somos millones y luego en la calle no hay nadie o muy pocos. Menos teclado y más revolución
Grupo anarquista Higinio Carrocera de Asturias