18/3/14

Higinio, el anarquista que nunca reculaba.

5197En enero de 1908 nacía en Barros ( Langreo) Higinio Carrocera Mortera. En esa fecha el Centro obrero La Justicia llevaba ya en funcionamiento cinco años. Había sido construido con el esfuerzo de los trabajadores de Duro Felguera y fue el lugar que irradió a esta localidad su conciencia anarquista y en donde empezó a leer Carrocera, como muchos otros libertarios. La Felguera, junto a Gijón, eran los dos bastiones asturianos del anarcosindicalismo de la CNT, frente al socialismo mayoritario en el resto de Asturias. En ese ambiente ácrata creció Carrocera, que se convirtió en uno de los principales defensores de “la idea” que se había ocupado de difundir con éxito Ricardo Mella a su paso por Asturias.
En época de Primo de Rivera (1923) el joven Carrocera, a sus 15 años, había  asistido a asambleas y participado en sus primeros conflictos laborales. En los últimos años de la Dictadura Higinio Carrocera es ya un hombre que empieza a destacar en sus intervenciones en asambleas y por su capacidad de trabajo y organización.
Fue un gran futbolista hasta que sustituyó el balón y el Stadium Club de Barros por la lucha obrera. Desde que abandonara el fútbol y abrazara la causa revolucionaria pronto empezó a adquirir un gran prestigio, incluso entre su familia, ya que consiguió, al poco tiempo de entrar en la CNT, que ésta abandonara sus arraigadas creencias religiosas.
En 1930 se crearon grupos afines federados a la FAI. La Felguera era uno de los puntos más activos de los militantes faístas dado que era una localidad de gran actividad revolucionaria, más incluso que Gijón.
Allí estaba Higinio Carrocera a quien, según Líndez “la dictadura del general Primo de Rivera, con sus persecuciones e injusticias, acabó de convertirlo en uno de los elementos más efectivos del anarcosindicalismo asturiano”.
En enero de 1908 nacía en Barros ( Langreo) Higinio Carrocera Mortera. En esa fecha el Centro obrero La Justicia llevaba ya en funcionamiento cinco años. Había sido construido con el esfuerzo de los trabajadores de Duro Felguera y fue el lugar que irradió a esta localidad su conciencia anarquista y en donde empezó a leer Carrocera, como muchos otros libertarios. La Felguera, junto a Gijón, eran los dos bastiones asturianos del anarcosindicalismo de la CNT, frente al socialismo mayoritario en el resto de Asturias. En ese ambiente ácrata creció Carrocera, que se convirtió en uno de los principales defensores de “la idea” que se había ocupado de difundir con éxito Ricardo Mella a su paso por Asturias.
En época de Primo de Rivera (1923) el joven Carrocera, a sus 15 años, había  asistido a asambleas y participado en sus primeros conflictos laborales. En los últimos años de la Dictadura Higinio Carrocera es ya un hombre que empieza a destacar en sus intervenciones en asambleas y por su capacidad de trabajo y organización.
Fue un gran futbolista hasta que sustituyó el balón y el Stadium Club de Barros por la lucha obrera. Desde que abandonara el fútbol y abrazara la causa revolucionaria pronto empezó a adquirir un gran prestigio, incluso entre su familia, ya que consiguió, al poco tiempo de entrar en la CNT, que ésta abandonara sus arraigadas creencias religiosas.
En 1930 se crearon grupos afines federados a la FAI. La Felguera era uno de los puntos más activos de los militantes faístas dado que era una localidad de gran actividad revolucionaria, más incluso que Gijón.
Allí estaba Higinio Carrocera a quien, según Líndez “la dictadura del general Primo de Rivera, con sus persecuciones e injusticias, acabó de convertirlo en uno de los elementos más efectivos del anarcosindicalismo asturiano”.
Bautismo de fuego y Revolución
En 1931, en los últimos días de la agonizante monarquía, Carrocera junto a otros compañeros de La Felguera mantuvo un tiroteo con la Guardia Civil de Sama.  Según cuenta Solano Palacios, compañero suyo,  en la manifestación de protesta se pedía la libertad de todos los presos políticos. A consecuencia de este altercado, que fue su “bautismo de fuego”, Higinio sufre su primera persecución. “Desde entonces y hasta su asesinato participó en cuantas huelgas revolucionarias hubo en La Felguera, cuenca del Nalón y resto de Asturias sufriendo persecución y encarcelamiento no pocas veces”.
En 1932 Duro Felguera vive una huelga de nueve meses. En ella se distingue Carrocera, siempre el primero en los lugares de peligro. Defensor del sabotaje con método de lucha, participa en las voladuras de los tendidos de redes eléctricas, motores y en los ataques a las fuerza pública. En julio de 1932, un mes antes de que finalizara la huelga,  Carrocera fue encarcelado por su por su participación en estas acciones.
Carrocera encabezó al anarquismo de la FAI frente al moderantismo de Gijón y del comité regional. Esas posiciones encontradas entre Gijón y La Felguera representando a las dos tendencias en liza dentro de la CNT se verán después, cuando la CNT felguerina se oponga al “aliancismo” gijonés con la UGT en la Revolución del 34
Al iniciarse la Revolución de Octubre de 1934, Higinio Carrocera participó activamente en la toma de los cuarteles de la Guardia Civil en Sama y La Felguera. De la factoría de la Duro Felguera salieron los primeros camiones blindados que entraron en Oviedo luciendo las siglas FAI, CNT y UHP pintadas en blanco sobre sus costados. Ese protagonismo de Carrocera lo conocían también sus enemigos y fue utilizado en su contra en el Consejo de Guerra formado contra él en 1938 y en cuyas actas se decía : “Destacadísimo dirigente extremista, de filiación anarquista y de sólido y firme prestigio entre las clases proletarias, iniciador de huelgas y alteraciones sociales y activo revolucionario en Octubre de 1934.”
En La Felguera triunfa la Revolución y al entrar en funcionamiento el comité revolucionario y sin enemigo que combatir, Carrocera y su grupo ya no hacían falta, por lo que deciden acudir a Oviedo a prestar sus servicios y llevar refuerzos.
La columna de La Felguera estaba compuesta por 200 anarcosindicalistas mandados por Higinio Carrocera, Onofre García Tirador y Celesto “El Topu”. Una de las acciones importantes en las que participó Carrocera fue el asalto a la fábrica de armas de Oviedo y al cuartel de carabineros. Tras entrar en la fábrica se llevan a la Felguera 2.000 fusiles y doce ametralladoras, que posteriormente se utilizarán contra el golpe de Estado de Franco.
Tras la Revolución Carrocera huye a Zaragoza con la intención de pasar la frontera francesa pero es detenido en esta ciudad el 8 de agosto de 1935. Se le buscaba por “rebelión militar” y el diario ABC ya dejaba claro a sus lectores quién era el detenido:“según confidencias Higinio Carrocera actuó en Asturias como cabecilla revolucionario y firmó varias notas. Se le considera un dinamitero peligroso”.
Estuvo encarcelado en Gijón y Oviedo hasta que el 16 de febrero de 1936  se producía el triunfo electoral del Frente Popular, que decretaba la amnistía para los condenados por delitos políticos o sociales como eje central de su programa.
El héroe del Mazucu
En los días previos al alzamiento militar, Higinio Carrocera y sus compañeros de La Felguera aún se recuperaban de los duros días de cárcel y represión cuando suena un nuevo momento para la insurrección, esta vez para defenderse del fascismo. Carrocera andaba atareado esos días en conseguir fondos para donar a las familias de los presos políticos. Su primo Ángel Cases explica que se movía en bicicleta y “recorría los municipios de las dos cuencas para recaudar dinero para el Socorro Rojo”. Carrocera repite con sus compañeros de la CNT y la FAI la misma estrategia usada en la Revolución. Inician así el ataque al cuartel de La Felguera.
Como en la Revolución, enseguida La Felguera cae en manos de los revolucionarios de la CNT y la FAI y Carrocera con sus hombres se desplazará a Gijón para ayudar a sus compañeros, que luchan contra los cuarteles militares sublevados de Simancas y Zapadores. A partir de este momento se convierte en un miliciano intrépido cuya leyenda le precede, moviéndose con agilidad por todos los frentes en donde hay necesidad de lucha. Fue el responsable de la voladura del puente sobre el Nalón entre Muros y Soto, que detuvo el avance franquista por el Occidente.
En Simancas Higinio encabezó el asalto con un grupo de dinamiteros de La Felguera. Su arrojo fue vital para la toma definitiva del cuartel alzado en armas pero además, el anarquista felguerino evitó una masacre, tal como lo relató el periodista Ceferino de Blas: “Higinio Carrocera, subido en un muro gritaba a todo pulmón para acabar con la matanza. Sus advertencias fueron escuchadas, al recordar a los atacantes que debían salvar a los dos capitanes republicanos presos en el interior del cuartel y a los suboficiales obligados a permanecer en el Simancas. Gracias a esto la matanza no fue general”.
“Victorioso el antifascismo en Gijón, Carrocera reorganiza sus fuerzas en La Felguera” dice Avelino G. Entrialgo, compañero de la CNT y miembro del comité de defensa de Asturias. Así fue. Mientras otros se dedican a gestionar la burocracia y a atender la retaguardia, Higinio necesita acción. Quiere estar en el fragor de la batalla. Allí se siente valioso. Tras la toma de los cuarteles de Gijón en la que participó activamente, su trayectoria como miliciano va adquiriendo tintes heroicos. Acude a Malleza, Mallecina, Monte de los Pinos, Salas, Cornellana, el pasillo de Grado, Pravia, Cudillero, Belmonte… Pero sobre todo, ya es plenamente consciente de su capacidad para la batalla. Su experiencia en la Revolución y en la guerra civil le da seguridad en su capacidad militar, espontánea. Dice su primo Ángel Cases que Higinio no reculaba nunca ni dejaba a nadie recular. Que no era hombre para la milicia, pero sí valiente e inteligente, lo que le dotaba de una capacidad fuera de lo normal para enfrentarse a un enemigo armado en el terreno que fuera.
En septiembre de 1937, conocido ya por su valor y capacidad, es requerido para la misión más peligrosa. En este momento Higinio formaba parte de la 60 División cuyo jefe era  Víctor Álvarez, de la CNT. Comprendía esta división las brigadas 192, 193 y 194. La 192 la mandaba Carrocera con el cargo de Mayor de Milicias. Acudió a la sierra del Cuera, al Mazucu, a contener a las imparables Brigadas Navarras que venían por el Oriente.
Será una lucha de resistencia numantina pues el ejército republicano se encuentra ya aislado y con una constante disminución de hombres. Comenzaba uno de los capítulos más heroicos del frente Norte  en el que Carrocera sería uno de sus principales protagonistas.
Las fuerzas franquistas estaban compuestas por más de 33.000 hombres que marchaban apoyados por la aviación que operaba sin impedimentos desde el aeródromo de Llanes. Allí estaba también la aviación alemana de la “Legión Condor” compuesta por cazas y bombarderos Heikel 46, conocidos popularmente como las pavas, y que tenían su base en el aeródromo de la Virgen del Camino, en León.  En el otro lado, las fuerzas republicanas no superaron nunca los 6.000 efectivos. Durante 15 duros días contuvieron esa poderosa maquinaria de guerra y retardaron  la caída del frente Norte.
La resistencia, sin embargo, era imposible. Poco a poco fue obligado a replegarse a Cangas de Onís. El 3 de octubre se hace pública la orden concediendo la Medalla de la Libertad al mayor Higinio Carrocera “para recompensar el mérito de un jefe que ha sabido, en circunstancias difíciles, mantener el espíritu de su brigada que hizo posible la magnífica labor llevada a cabo en el frente oriental de Asturias”. El condecorado no acude a recoger la medalla.  Le comunicaron por teléfono la distinción y contesta que las medallas “están en las trincheras”. Se ordena su desplazamiento a La Manjoya, en Oviedo.  Allí se encontraba el día 20 de octubre cuando fue avisado del fin de la guerra del Norte. Era la desbandada.  El coronel Franco, que había dirigido la fábrica de Trubia,  le previene para que se ponga a salvo, pero no quiere  embarcar hasta que todos sus hombres se encuentren seguros.
Es uno de los últimos en salir de El Musel y lo hace en un vapor que transporta hierro, el Llodio, pero es interceptado por los navíos de guerra italianos que infestaban el Cantábrico y que se hacían pasar por españoles. Es trasladado a Muros de Noya (A Coruña) al campo de concentración de Romaní, con una identidad falsa (Vidal Fernández), aunque pronto es delatado y se le traslada a Oviedo.
En Oviedo se produce uno de los capítulos más curiosos de su vida. Su valor y su capacidad militar llegaron tan lejos que hasta el enemigo le propuso integrarse en sus cuadros. Ya el propio Queipo de Llano había destacado el valor de Carrocera en sus alocuciones radiofónicas. El gobernador militar de Asturias, el general Latorre, concibió cierta esperanza al principio en llegar a un acuerdo con Higinio. Dice Quijano que al ser defraudado “montó en cólera y con grandes ademanes dio orden para que retiraran al prisionero de su presencia”.
“Muero por la libertad”
A partir de aquí empieza su calvario. En tan solo 18 días, con la declaración de cinco testigos partidarios del fascismo victorioso o con víctimas entre sus familiares de acciones de los milicianos, cuatro atestados e informes de la Guardia Civil, un informe de FET y de las JONS y dos declaraciones en su propia defensa del acusado, se elevaban las diligencias al Consejo de Guerra. Salvo los testimonios del acusado, el resto eran desfavorables e incluían gravísimas e infundadas acusaciones.
Por aquellos días corrió el rumor de que personas de Oviedo de derechas habían pedido el indulto de Carrocera. El propio Higinio se hace eco desde la cárcel de esas peticiones y de su puño y letra escribe a su amiga Margarita respecto de un posible indulto:“De lo que me dices que te dijo Sofía te diré que también por aquí se dice lo mismo y estoy enterado de que por Oviedo se habla muy bien de mí, ahora que de esto a indultarme hay una gran diferencia”.
Cuando se enteró de su condena escribió a sus compañeros y les dijo:“Como saben, se ha celebrado el Consejo de Guerra. Me ha correspondido La Filomena (pena de muerte), pero no me importa. Estoy contento porque  morir por una causa justa y noble como la que defendemos es para mí un orgullo”.
El día 8 de mayo, poco antes de ser trasladado al cementerio para ser ejecutado, se arranca con una cuchara cuatro piezas de oro de su dentadura para que se las hagan llegar a su madre, a salvo ya en Cataluña.  También a toda prisa escribe en un dije con la foto de su sobrina Olga la fecha de su muerte y el texto: “muero por la libertad”. En esa misma jornada fueron ejecutados en el cementerio 30 prisioneros de un total de 259 cuyos fusilamientos se fueron dosificando durante esos días.
Según algunos testimonios, antes de recibir las descargas que acabaron con su vida, Carrocera dirigió unas palabras a los soldados que había mezclados con los guardias civiles que formaban el pelotón. Les exculpa del acto criminal que van a cometer y acusa a sus oficiales de ser los únicos responsables. “Quizás algún día tengáis que enfilar vuestros fusiles contra ellos. ¡¡Viva la CNT, viva  la libertad!! grita segundos antes de que su voz calle definitivamente.
Bautismo de fuego y Revolución
En 1931, en los últimos días de la agonizante monarquía, Carrocera junto a otros compañeros de La Felguera mantuvo un tiroteo con la Guardia Civil de Sama.  Según cuenta Solano Palacios, compañero suyo,  en la manifestación de protesta se pedía la libertad de todos los presos políticos. A consecuencia de este altercado, que fue su “bautismo de fuego”, Higinio sufre su primera persecución. “Desde entonces y hasta su asesinato participó en cuantas huelgas revolucionarias hubo en La Felguera, cuenca del Nalón y resto de Asturias sufriendo persecución y encarcelamiento no pocas veces”.
En 1932 Duro Felguera vive una huelga de nueve meses. En ella se distingue Carrocera, siempre el primero en los lugares de peligro. Defensor del sabotaje con método de lucha, participa en las voladuras de los tendidos de redes eléctricas, motores y en los ataques a las fuerza pública. En julio de 1932, un mes antes de que finalizara la huelga,  Carrocera fue encarcelado por su por su participación en estas acciones.
Carrocera encabezó al anarquismo de la FAI frente al moderantismo de Gijón y del comité regional. Esas posiciones encontradas entre Gijón y La Felguera representando a las dos tendencias en liza dentro de la CNT se verán después, cuando la CNT felguerina se oponga al “aliancismo” gijonés con la UGT en la Revolución del 34
Al iniciarse la Revolución de Octubre de 1934, Higinio Carrocera participó activamente en la toma de los cuarteles de la Guardia Civil en Sama y La Felguera. De la factoría de la Duro Felguera salieron los primeros camiones blindados que entraron en Oviedo luciendo las siglas FAI, CNT y UHP pintadas en blanco sobre sus costados. Ese protagonismo de Carrocera lo conocían también sus enemigos y fue utilizado en su contra en el Consejo de Guerra formado contra él en 1938 y en cuyas actas se decía : “Destacadísimo dirigente extremista, de filiación anarquista y de sólido y firme prestigio entre las clases proletarias, iniciador de huelgas y alteraciones sociales y activo revolucionario en Octubre de 1934.”
En La Felguera triunfa la Revolución y al entrar en funcionamiento el comité revolucionario y sin enemigo que combatir, Carrocera y su grupo ya no hacían falta, por lo que deciden acudir a Oviedo a prestar sus servicios y llevar refuerzos.
La columna de La Felguera estaba compuesta por 200 anarcosindicalistas mandados por Higinio Carrocera, Onofre García Tirador y Celesto “El Topu”. Una de las acciones importantes en las que participó Carrocera fue el asalto a la fábrica de armas de Oviedo y al cuartel de carabineros. Tras entrar en la fábrica se llevan a la Felguera 2.000 fusiles y doce ametralladoras, que posteriormente se utilizarán contra el golpe de Estado de Franco.
Tras la Revolución Carrocera huye a Zaragoza con la intención de pasar la frontera francesa pero es detenido en esta ciudad el 8 de agosto de 1935. Se le buscaba por “rebelión militar” y el diario ABC ya dejaba claro a sus lectores quién era el detenido:“según confidencias Higinio Carrocera actuó en Asturias como cabecilla revolucionario y firmó varias notas. Se le considera un dinamitero peligroso”.
Estuvo encarcelado en Gijón y Oviedo hasta que el 16 de febrero de 1936  se producía el triunfo electoral del Frente Popular, que decretaba la amnistía para los condenados por delitos políticos o sociales como eje central de su programa.
El héroe del Mazucu
En los días previos al alzamiento militar, Higinio Carrocera y sus compañeros de La Felguera aún se recuperaban de los duros días de cárcel y represión cuando suena un nuevo momento para la insurrección, esta vez para defenderse del fascismo. Carrocera andaba atareado esos días en conseguir fondos para donar a las familias de los presos políticos. Su primo Ángel Cases explica que se movía en bicicleta y “recorría los municipios de las dos cuencas para recaudar dinero para el Socorro Rojo”. Carrocera repite con sus compañeros de la CNT y la FAI la misma estrategia usada en la Revolución. Inician así el ataque al cuartel de La Felguera.
Como en la Revolución, enseguida La Felguera cae en manos de los revolucionarios de la CNT y la FAI y Carrocera con sus hombres se desplazará a Gijón para ayudar a sus compañeros, que luchan contra los cuarteles militares sublevados de Simancas y Zapadores. A partir de este momento se convierte en un miliciano intrépido cuya leyenda le precede, moviéndose con agilidad por todos los frentes en donde hay necesidad de lucha. Fue el responsable de la voladura del puente sobre el Nalón entre Muros y Soto, que detuvo el avance franquista por el Occidente.
En Simancas Higinio encabezó el asalto con un grupo de dinamiteros de La Felguera. Su arrojo fue vital para la toma definitiva del cuartel alzado en armas pero además, el anarquista felguerino evitó una masacre, tal como lo relató el periodista Ceferino de Blas: “Higinio Carrocera, subido en un muro gritaba a todo pulmón para acabar con la matanza. Sus advertencias fueron escuchadas, al recordar a los atacantes que debían salvar a los dos capitanes republicanos presos en el interior del cuartel y a los suboficiales obligados a permanecer en el Simancas. Gracias a esto la matanza no fue general”.
“Victorioso el antifascismo en Gijón, Carrocera reorganiza sus fuerzas en La Felguera” dice Avelino G. Entrialgo, compañero de la CNT y miembro del comité de defensa de Asturias. Así fue. Mientras otros se dedican a gestionar la burocracia y a atender la retaguardia, Higinio necesita acción. Quiere estar en el fragor de la batalla. Allí se siente valioso. Tras la toma de los cuarteles de Gijón en la que participó activamente, su trayectoria como miliciano va adquiriendo tintes heroicos. Acude a Malleza, Mallecina, Monte de los Pinos, Salas, Cornellana, el pasillo de Grado, Pravia, Cudillero, Belmonte… Pero sobre todo, ya es plenamente consciente de su capacidad para la batalla. Su experiencia en la Revolución y en la guerra civil le da seguridad en su capacidad militar, espontánea. Dice su primo Ángel Cases que Higinio no reculaba nunca ni dejaba a nadie recular. Que no era hombre para la milicia, pero sí valiente e inteligente, lo que le dotaba de una capacidad fuera de lo normal para enfrentarse a un enemigo armado en el terreno que fuera.
En septiembre de 1937, conocido ya por su valor y capacidad, es requerido para la misión más peligrosa. En este momento Higinio formaba parte de la 60 División cuyo jefe era  Víctor Álvarez, de la CNT. Comprendía esta división las brigadas 192, 193 y 194. La 192 la mandaba Carrocera con el cargo de Mayor de Milicias. Acudió a la sierra del Cuera, al Mazucu, a contener a las imparables Brigadas Navarras que venían por el Oriente.
Será una lucha de resistencia numantina pues el ejército republicano se encuentra ya aislado y con una constante disminución de hombres. Comenzaba uno de los capítulos más heroicos del frente Norte  en el que Carrocera sería uno de sus principales protagonistas.
Las fuerzas franquistas estaban compuestas por más de 33.000 hombres que marchaban apoyados por la aviación que operaba sin impedimentos desde el aeródromo de Llanes. Allí estaba también la aviación alemana de la “Legión Condor” compuesta por cazas y bombarderos Heikel 46, conocidos popularmente como las pavas, y que tenían su base en el aeródromo de la Virgen del Camino, en León.  En el otro lado, las fuerzas republicanas no superaron nunca los 6.000 efectivos. Durante 15 duros días contuvieron esa poderosa maquinaria de guerra y retardaron  la caída del frente Norte.
La resistencia, sin embargo, era imposible. Poco a poco fue obligado a replegarse a Cangas de Onís. El 3 de octubre se hace pública la orden concediendo la Medalla de la Libertad al mayor Higinio Carrocera “para recompensar el mérito de un jefe que ha sabido, en circunstancias difíciles, mantener el espíritu de su brigada que hizo posible la magnífica labor llevada a cabo en el frente oriental de Asturias”. El condecorado no acude a recoger la medalla.  Le comunicaron por teléfono la distinción y contesta que las medallas “están en las trincheras”. Se ordena su desplazamiento a La Manjoya, en Oviedo.  Allí se encontraba el día 20 de octubre cuando fue avisado del fin de la guerra del Norte. Era la desbandada.  El coronel Franco, que había dirigido la fábrica de Trubia,  le previene para que se ponga a salvo, pero no quiere  embarcar hasta que todos sus hombres se encuentren seguros.
Es uno de los últimos en salir de El Musel y lo hace en un vapor que transporta hierro, el Llodio, pero es interceptado por los navíos de guerra italianos que infestaban el Cantábrico y que se hacían pasar por españoles. Es trasladado a Muros de Noya (A Coruña) al campo de concentración de Romaní, con una identidad falsa (Vidal Fernández), aunque pronto es delatado y se le traslada a Oviedo.
En Oviedo se produce uno de los capítulos más curiosos de su vida. Su valor y su capacidad militar llegaron tan lejos que hasta el enemigo le propuso integrarse en sus cuadros. Ya el propio Queipo de Llano había destacado el valor de Carrocera en sus alocuciones radiofónicas. El gobernador militar de Asturias, el general Latorre, concibió cierta esperanza al principio en llegar a un acuerdo con Higinio. Dice Quijano que al ser defraudado “montó en cólera y con grandes ademanes dio orden para que retiraran al prisionero de su presencia”.
“Muero por la libertad”
A partir de aquí empieza su calvario. En tan solo 18 días, con la declaración de cinco testigos partidarios del fascismo victorioso o con víctimas entre sus familiares de acciones de los milicianos, cuatro atestados e informes de la Guardia Civil, un informe de FET y de las JONS y dos declaraciones en su propia defensa del acusado, se elevaban las diligencias al Consejo de Guerra. Salvo los testimonios del acusado, el resto eran desfavorables e incluían gravísimas e infundadas acusaciones.
Por aquellos días corrió el rumor de que personas de Oviedo de derechas habían pedido el indulto de Carrocera. El propio Higinio se hace eco desde la cárcel de esas peticiones y de su puño y letra escribe a su amiga Margarita respecto de un posible indulto:“De lo que me dices que te dijo Sofía te diré que también por aquí se dice lo mismo y estoy enterado de que por Oviedo se habla muy bien de mí, ahora que de esto a indultarme hay una gran diferencia”.
Cuando se enteró de su condena escribió a sus compañeros y les dijo:“Como saben, se ha celebrado el Consejo de Guerra. Me ha correspondido La Filomena (pena de muerte), pero no me importa. Estoy contento porque  morir por una causa justa y noble como la que defendemos es para mí un orgullo”.
El día 8 de mayo, poco antes de ser trasladado al cementerio para ser ejecutado, se arranca con una cuchara cuatro piezas de oro de su dentadura para que se las hagan llegar a su madre, a salvo ya en Cataluña.  También a toda prisa escribe en un dije con la foto de su sobrina Olga la fecha de su muerte y el texto: “muero por la libertad”. En esa misma jornada fueron ejecutados en el cementerio 30 prisioneros de un total de 259 cuyos fusilamientos se fueron dosificando durante esos días.
Según algunos testimonios, antes de recibir las descargas que acabaron con su vida, Carrocera dirigió unas palabras a los soldados que había mezclados con los guardias civiles que formaban el pelotón. Les exculpa del acto criminal que van a cometer y acusa a sus oficiales de ser los únicos responsables. “Quizás algún día tengáis que enfilar vuestros fusiles contra ellos. ¡¡Viva la CNT, viva  la libertad!! grita segundos antes de que su voz calle definitivamente.
Artículo publicado por Fernando Romero en la revista asturiana Atlántica XXII