No puede pasar el día de hoy sin que recordemos que es el 77 aniversario de la Revolución Social. Muchos/as nos llamarán trasnochados, dirán que vivimos del y en el pasado: no hacen más que reafirmarnos en la necesidad de recordarlo. A fuerza de que el Estado y el Capital se haya interesado por echarle tierra encima, se ha llegado a quitar importancia a una de los mayores logros de los oprimidos: un ejemplo de que es posible autodeterminación, de autogestión, de rechazo completo del delegacionismo, una expresión plena de la acción directa. Está claro por ello el interés que tiene el Estado por olvidar y, si no es posible, por tergiversar la lucha presentando a auténticos/as luchadores/as anarquistas contra cualquier forma de poder como férreos defensores de la democracia frente el franquismo.
Asimismo, si un sistema autoritario quiere borrar de la memoria el ejemplo de que es posible su peor pesadilla: que las personas no necesitan la autoridad para vivir y que mediante la lucha se puede alcanzar la destrucción de la misma; muchos sectores izquierdistas se esfuerzan por hacer desaparecer una de las mayores traiciones, una caída de máscara demasiado obvia. Son esos los que nos llaman trasnochados: los que llevan la desmemoria como bandera porque saben que si no se recuerda la verdadera lucha por la libertad es fácil presentar por lucha cualquier cosa bien distinta. Es muy fácil celebrar una acampada en una plaza como la spanish revolution cuando no se recuerda a todas las mujeres y hombres que tomaron las armas, que dieron su vida por una revolución social. Es muy fácil llenarse la boca de unidad cuando no se recuerda todos/as los/as compañeros/as que fueron asesinados por la traición de los burócratas y comunistas: no se trató de la actuación de unas determinadas personas concretas, es la defensa de los diferentes sistemas jerárquicos ante las amenazas. Aludirán ambos a que el contexto es diferente, que ya no existe la misma represión, que si la amenaza de la dictadura…descontextualizaciones más que contextualizaciones, lavados de cerebro del sistema que nos ha intentado inculcar la democracia como el másimo de libertad que se puede alcanzar, como un sistema no represivo, que nos hace creer que lo máximo por lo que se puede aspirar a luchar es por el estado de bienestar. Pero los anarquistas ni olvidamos ni perdonamos y menos cuando el poder sigue intacto, digan lo que digan, y los traidores siguen siendo los mismos, cuando seguimos recibiendo los mismos golpes, cuando siguen encerrando a nuestros/as compañeros/as.
El 19 de julio es y será una fecha que tenemos grabada: por lo que fue, por lo que pudo ser, por los aciertos y por lo errores, porque nos enseña a no confiar en quien no se debe, por el peso de nuestros muertos, porque forma parte inevitable de nuestra historia colectiva. Ni permitiremos que se olvide ni que sea un espectáculo: en la fecha de su aniversario, con el odio de ayer y de hoy, continuemos con la lucha contra lo que nos oprime.
Hoy como ayer, por la anarquía.
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