El capitalismo, el contrato social y el estado moderno
Las bases económicas y políticas de los
estados modernos fueron ideadas en un principio por aquellos ilustrados
que querían establecer un nuevo sistema económico y político que
rompiese con el orden absolutista monárquico, y conducir a la humanidad a
nuevos campos del desarrollo social, económico, político y científico.
Libertad, igualdad y fraternidad fueron los lemas de la revolución
francesa, Tout pour le peuple et par le peuple (“Todo para el pueblo y
por el pueblo”) de los Jacobinos y Government of the people, by the
people, and for the people (“Gobierno del pueblo, por el pueblo y para
el pueblo”) de Abraham Lincoln como base de la creación de los Estados
Unidos, primer parís cuya constitución se basa en los principios
liberales.
Aun así, el fin del absolutismo no trajo
el fin de la “idea monárquica”, tal y como señalo Pierre-Joseph
Proudhon, sino que despertó a una nueva vida debido a la centralización
política del jacobinismo y a la ideología del Estado nacional unitario.
En 1776, el filósofo escocés Adam Smith estableció las bases para la
economía moderna y el capitalismo actual. En “La riqueza de las
naciones”: el propósito principal del estado es promover la empresa
privada y permitir que las fuerzas del mercado operaran sin excesiva
interferencia de los gobiernos. El estado solo debía limitarse a un
sistema legal para que el comercio fluyera sin trabas, a emprender la
construcción de grandes infraestructuras, y la financiación de la
educación pública, proyectos que él consideraba entonces poco rentable.
Thomas Hobbes, filósofo inglés, para
garantizar el orden y la seguridad elaboró una metáfora por la cual el
pueblo vive en un estado violento de naturaleza, estableciendo un
contrato social con el monarca absoluto, por el cual es en este quien
recae la responsabilidad de dirigir el estado. El objetivo para Hobbes
es el dar libertad a la humanidad para que se ocupe de la ciencia, el
arte, la exploración y otros aspectos de la civilización. Este concepto
de contrato social fue defendido por John Locke, padre del liberalismo
moderno, con el fin de que los seres humanos se sometan a un gobierno
para la preservación de la propiedad. Defendió además la democracia
representativa con una asamblea legislativa electa en la que residiera
la autoridad política.
Jean-Jacques Rousseau, en su libro “El contrato social” estableció la base del discurso demócrata actual, expresando que el pueblo es el soberano de todos los ciudadanos conformando el cuerpo político que emana de la voluntad general, que no es más que el bien común de la “ciudadanía”.
Jean-Jacques Rousseau, en su libro “El contrato social” estableció la base del discurso demócrata actual, expresando que el pueblo es el soberano de todos los ciudadanos conformando el cuerpo político que emana de la voluntad general, que no es más que el bien común de la “ciudadanía”.
Pero no es a través del contrato social
como se conformarían los estados, sino como expresó Mijail Bakunin, a
través de la violencia y la conquista, argumentando como ningún estado
ha tenido jamás un contrato por base, “pero que la ficción del contrato
libre base del estado les es necesaria, y se la conceden sin más
ceremonias”. El periodo más significativo para la consolidación de los
estados modernos fue a través de la centralización política y económica
de los estados tras siglos de turbulencias internas y rivalidades
dinásticas o estamentos por el poder; por lo que el estado moderno tiene
su raíz en el centralismo autoritario, hasta después de la II Guerra
Mundial, donde los estados adquirieron un creciente número de funciones
relativas al bienestar, para asegurar así un fortalecimiento del
capitalismo como motor económico y la democracia representativa como
motor político.
La consagración del contrato social, el estado, la propiedad privada y el capitalismo se estableció a través de la Carta Universal de los Derechos Humanos, en cuyo artículo 17 establece que toda persona tiene derecho a la propiedad, y que nadie será privado arbitrariamente de su propiedad.
Pierre-Joseph Proudhon advirtió que no era posible eliminar las tradiciones autoritarias de las monarquías solo en el terreno y conservándolas en todos los demás elementos, ya que se entrega la causa de la liberación social a un nuevo tipo de despotismo. La explotación económica, la opresión política y la servidumbre intelectual no significaban sino diferentes fenómenos producidos por una misma causa, la simbología de la idea monárquica y absolutista como forma de esclavitud humana. Expresó que el capitalismo es “la monarquía de la economía”, ya que convierte al trabajo en tributario del capital, del mismo modo que la sociedad rinde tributo al estado y al espíritu de la iglesia. Y al igual que el capital hace respecto al trabajo, lo hace el estado y la autoridad en relación a la libertad.
Mijail Bakunin, para criticar la nueva forma de autoridad que se establece en el nuevo poder político y económico por el estado moderno, cuya raíz principal está en el absolutismo monárquico, pone como referente el lema del despotismo ilustrado de “Tout pour le peuple, rien par le peuple” (todo para el pueblo, nada para el pueblo), para establecer cómo cualquier gobierno- sea de “santos y nobles, liberales y hasta republicanos- siente que tiene como la misión conducir a las masas, aun sacrificando los intereses de estos últimos.
La consagración del contrato social, el estado, la propiedad privada y el capitalismo se estableció a través de la Carta Universal de los Derechos Humanos, en cuyo artículo 17 establece que toda persona tiene derecho a la propiedad, y que nadie será privado arbitrariamente de su propiedad.
Pierre-Joseph Proudhon advirtió que no era posible eliminar las tradiciones autoritarias de las monarquías solo en el terreno y conservándolas en todos los demás elementos, ya que se entrega la causa de la liberación social a un nuevo tipo de despotismo. La explotación económica, la opresión política y la servidumbre intelectual no significaban sino diferentes fenómenos producidos por una misma causa, la simbología de la idea monárquica y absolutista como forma de esclavitud humana. Expresó que el capitalismo es “la monarquía de la economía”, ya que convierte al trabajo en tributario del capital, del mismo modo que la sociedad rinde tributo al estado y al espíritu de la iglesia. Y al igual que el capital hace respecto al trabajo, lo hace el estado y la autoridad en relación a la libertad.
Mijail Bakunin, para criticar la nueva forma de autoridad que se establece en el nuevo poder político y económico por el estado moderno, cuya raíz principal está en el absolutismo monárquico, pone como referente el lema del despotismo ilustrado de “Tout pour le peuple, rien par le peuple” (todo para el pueblo, nada para el pueblo), para establecer cómo cualquier gobierno- sea de “santos y nobles, liberales y hasta republicanos- siente que tiene como la misión conducir a las masas, aun sacrificando los intereses de estos últimos.
El voto como ritual de la democracia representativa
Después de más de 30 años desde la
transición Española, allá por los años 1975 a 1978, hemos normalizado el
voto como eje de la democracia representativa y el sistema político
Español. Cada 4 años, si todo va bien en el gobierno de turno, nos
llaman a votar. Carteles colgados de las farolas o en los paneles
publicitarios con la cara del candidato del partido mayoritario, un lema
y el color representativo, carteles por las paredes de las calles y
avenidas de otros partidos no tan mayoritarios, pancartas en puentes y
plazas con el debido permiso, a través de militantes decididos etc.
Todo, claro está, según el dinero que haya para gastar. Los medios de
comunicación de masas bombardean constantemente a través de internet,
televisión, revistas y periódicos con encuestas, anécdotas o publicidad,
adjudicando estatus a este o a aquel político etc, con la función de
presionarnos para participar el día señalado en el ritual de la
democracia. Nos dicen que ese día somos importantes, tanto, que incluso
exclaman que el poder está en manos del pueblo. En otros medios te
pueden vender que ese día es la fiesta de la democracia, tal y como
satiriza el grupo de punk madrileño Rumania en su canción fiesta
democrática. En definitiva, un día de efervescencia colectiva con el
objetivo de renovar el poder legislativo, en el caso de España, las
cortes generales formadas por el congreso y el senado y en la UE el
parlamento.
Émile Durkheim, destacado sociólogo
francés, habla del rito como momento de ebullición colectiva,
regeneración del alma y pertenencia y dependencia colectiva de un orden
moral superior. Un ritual religioso, al igual que el del voto en la
democracia representativa, actúa en el seno de un grupo de personas, en
este caso los habitantes con derecho a voto de un estado determinado o
una comunidad política como en el caso de la UE, para mantener, renovar y
reforzar los sentimientos de pertenencia colectiva y dependencia de un
orden moral superior, que representa el estado y sus instituciones, que
nos rescata y nos protegen del caos y el desorden que conllevaría la
ausencia de los 3 poderes: legislativo, ejecutivo y judicial. Los
militantes de los partidos, durante el periodo electoral usan imágenes,
señas, colores y todo tipo de simbología para reconocerse entre ellos y
ensalzar a sus líderes y su identidad nacional, territorial o local.
Aun pudiendo venderse la democracia representativa como una fiesta, realmente el voto no incluye ningún carácter lúdico. El antropólogo francés Marcel Mauss expresó que los actos sociales no son rituales si no tienen eficiencia material, poniendo como ejemplo las costumbres, los juegos o las fiestas. En el caso del voto, si existe una eficiencia material en cuanto a que se renuevan como hemos expresado anteriormente, el poder legislativo como motor político del estado.
Aun pudiendo venderse la democracia representativa como una fiesta, realmente el voto no incluye ningún carácter lúdico. El antropólogo francés Marcel Mauss expresó que los actos sociales no son rituales si no tienen eficiencia material, poniendo como ejemplo las costumbres, los juegos o las fiestas. En el caso del voto, si existe una eficiencia material en cuanto a que se renuevan como hemos expresado anteriormente, el poder legislativo como motor político del estado.
Por supuesto, en un primer momento nos
animan a participar de este rito colectivo ensalzando nuestra
pertenencia a toda esta comunidad, para que la misma pueda continuar
adelante y se hagan efectivas todas aquellas políticas para tener una
mejor educación, sanidad, servicios sociales, empleo etc. Más tarde, una
vez terminado el ritual y establecido el poder, todo aquel que no haya
participado del ritual democrático, como en cualquier grupo de personas o
religión que se precie, será señalado, marginado, culpabilizado por la
derrota de este o aquel, y más tarde ignorado. Y la tradición se vuelve a
repetir una y otra vez cada cierto tiempo dentro de un panorama social
en evolución constante.
La legitimidad es uno de los tres
principales atributos del estado. Esto es, que tiene que existir un
derecho justificable a gobernar. Para que un estado liberal como España o
Portugal se legitimen necesitan del ritual de voto “pro tempore” cada 4
años, para que todos y cada uno de los componentes de un país o una
comunidad con su participación, legitimen la necesidad de la existencia
del estado, y que sean gobernados por aquellos que han escogido.
Max Webber, sociólogo alemán, indica que la legitimidad es un carácter crucial para la propia definición del estado. Para ello, expresa que el estado “es una comunidad humana que reclama el monopolio del uso legítimo de la fuerza en un territorio dado”. El uso del término legítimo implica que solo el estado tiene el derecho a emplear la fuerza o a autorizar que otros la usen, por lo que la violencia queda en el monopolio del estado para legitimarse y disuadir o disolver cualquier intento se subvertir el orden establecido.
Max Webber, sociólogo alemán, indica que la legitimidad es un carácter crucial para la propia definición del estado. Para ello, expresa que el estado “es una comunidad humana que reclama el monopolio del uso legítimo de la fuerza en un territorio dado”. El uso del término legítimo implica que solo el estado tiene el derecho a emplear la fuerza o a autorizar que otros la usen, por lo que la violencia queda en el monopolio del estado para legitimarse y disuadir o disolver cualquier intento se subvertir el orden establecido.
Últimas elecciones europeas
Hay diversos análisis, todos de ellos
parciales, sobre los resultados en las últimas elecciones europeas.
Contemplando las estadísticas se pueden sacar varias conclusiones:
1. Los partidos que
propugnan una ideología política y económica clave para el sostenimiento
de la Unión Europea y el capitalismo, (casi la totalidad de los
partidos que han conseguido representación), no llegan ni al 40% de la
población de la UE.
2. La población que no ha votado y que por tanto con su abstención no está legitimando la existencia de la UE, es más del 57% de la población de la UE.
3. Entre los escépticos que participan de estas elecciones, la extremaderecha empieza a tener una especial importancia, como en el este de Europa, en Francia, o el escaño logrado por el NPD en Alemania, siendo la primera vez que el fascismo consigue representación en este país después del derrocamiento de Adolf Hitler.
2. La población que no ha votado y que por tanto con su abstención no está legitimando la existencia de la UE, es más del 57% de la población de la UE.
3. Entre los escépticos que participan de estas elecciones, la extremaderecha empieza a tener una especial importancia, como en el este de Europa, en Francia, o el escaño logrado por el NPD en Alemania, siendo la primera vez que el fascismo consigue representación en este país después del derrocamiento de Adolf Hitler.
Al margen de que ciertos grupos políticos
quieran o puedan plantear sacar rendimiento político por el triunfo de
la abstención, lo que está claro, es que la gran mayor parte de la
población con derecho a voto en la UE (ya que por ejemplo los
inmigrantes no pueden votar), no cree ni legitima en absoluto al
parlamento europeo ni a las estructuras Europeas (creadas en 1992 con el
tratado de Maastricht, cuando el mercado europeo, la CEE, se transformó
en lo que actualmente es la Unión Europea).
En el caso de España, al igual que en el
resto de Europa, ha habido una abstención 55% de la población con
derecho a voto que ha decidido no legitimar las instituciones europeas. Y
entre los votados: los partidos mayoritarios, el PP y el PSOE hacen
aguas, sufriendo un fuerte descalabro. Sin embargo, la socialdemocracia
se afianza (al igual que en Grecia o en Suecia actualmente), nos
referimos tanto IU como a Bildu, ERC o el BNG. Pero es Podemos, quien ha
sabido canalizar el descontento social a nivel general.
El caso de Podemos
Una, es la clave principal de la
socialdemocracia en España, necesita renovarse. El PSOE ya no representa
las aspiraciones de la izquierda, e IU utiliza eslóganes vacíos que
intentan llamar la atención de todo un sector social organizado en torno
al 15M, (movimiento social que se mostró apartidista y muy contrariado,
que no opuesto, con el sistema político representativo español).No
obstante, son los fundadores de Podemos los que han sabido aprovechar
muy bien el momento social actual. Pablo Iglesias, un líder joven,
irónico, y carismático, con muy buena formación política, muy buena
cobertura mediática, uso de elementos de participación y democracia
directa, y un discurso mezcla de marxismo, autogestión y ciudadanismo
(muy similar de las reivindicaciones nacidas en el seno de las asambleas
del 15M), diciendo lo que cada sector social quiere escuchar. Ha sabido
ilusionar a los votantes tanto de movimientos sociales, como clasistas y
de una clase media desanimada con los partidos tradicionales. Aun
suponiendo un boom en estas elecciones, no se dijo a donde irían a parar
estos votos, que no es otro sitio que a la formación política GUE/NGL
(Grupo Confederal de la Izquierda Unitaria Europea/Izquierda Verde
Nórdica), a la cual pertenece el PIE e IU.
Para entender el presente hay que conocer
el pasado. La socialdemocracia ha presentado y presenta actualmente
como cualquier otro organismo que quiera alcanzar el poder político una
seria amenaza para los movimientos obreros y sociales, muy especialmente
a todos los que pretendemos superar al estado y al capitalismo. Su
principal objetivo es canalizar el descontento social a través del voto y
diluir las luchas en el parlamentarismo. Y aquí entra en el juego
Podemos, cuyos círculos pues aunque funcione como una plataforma
ciudadana hacia el interior, hacia el exterior no deja de ser un híbrido
de partido político. Y esto es peligroso porque puede llevar a engaño a
todo aquel que no tiene mucha formación política, pero que se siente a
gusto en los movimientos asamblearios, ya que la jerarquización, la
especialización y los dictados autoritarios de la cúpula llegarán antes o
después, eliminando por completo todo lo que se ha creado durante años.
La nueva generación de líderes de izquierdas, al igual que banqueros, empresarios y demás políticos saben que, para parasitar del sudor de los trabajadores, algo tienen que cambiar para que todo siga igual.
La nueva generación de líderes de izquierdas, al igual que banqueros, empresarios y demás políticos saben que, para parasitar del sudor de los trabajadores, algo tienen que cambiar para que todo siga igual.
La propuesta organizativa de Podemos a
través de círculos, no es ni novedosa ni revolucionaria. Salvando las
distancias, tiene grandes similitudes con la ya propuesta por
Jean-Jacques Rousseau en el libro de “El contrato social”: en el que se
expresa que el pueblo es soberano, de todos los ciudadanos, conformando
el cuerpo político que emana de la voluntad general, la cual es el bien
común. Una pequeña élite tomara las decisiones cotidianas, mientras que
los ciudadanos ejercerían su autoridad a través de asambleas populares
(refiriéndose Rosseau a los varones con una renta determinada).
En ambos casos, el cuestionamiento del estado, del ejercicio del poder, y de la autoridad es totalmente nulo, al contrario, lo refuerza con unos planteamientos distintos para evitar cualquier tipo de insurrección que pusiese en peligro la existencia política y social de la burguesía.
En ambos casos, el cuestionamiento del estado, del ejercicio del poder, y de la autoridad es totalmente nulo, al contrario, lo refuerza con unos planteamientos distintos para evitar cualquier tipo de insurrección que pusiese en peligro la existencia política y social de la burguesía.
Ni Pablo Iglesias ni Juan Carlos Monedero
estarán luchando por el trabajador cuando este esté despedido, ni
estarán cuando el sindicalismo oficial de elecciones sindicales, comités
de empresa y liberados sindicales vuelvan a firmar otro ERE u otra
reforma laboral que siga flexibilizando el mercado de trabajo. No
estarán con cualquier persona que este ahora mismo torturado en un
calabozo, una cárcel o un CIE. Lo que denominan estrategia de política
exitosa en sus numerosos discursos, solo encierra el populismo, el
desclasamiento obrero, el mantenimiento de la paz social con la patronal
y la reafirmación en la necesidad del estado y la autoridad.
Nosotros preferimos los hechos del día a
día, y la simbiosis entre ideología y prácticas coherentes que las
vacías palabras de los mítines de cualquier político. Tiempo al tiempo.
“Todos los partidos políticos, sin
excepción alguna, en tanto aspiren al poder público, no son sino formas
particulares del absolutismo. No habrá libertad para los ciudadanos; no
habrá orden en la sociedad, ni unidad entre los trabajadores, mientras
que en nuestro catecismo político, no figure la renuncia absoluta a la
autoridad, armazón de todo tutelaje”
Pierre-Joseph Proudhon
Grupo Tierra
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