20/4/17




[1º de mayo de 2017] Contra la precariedad, la corrupción y la guerra.

[Por la huelga general indefinida]
La precariedad y la corrupción en España
 El gobierno y los medios de comunicación siguen insistiendo en la progresiva recuperación económica que vive el país. Sin embargo, la tasa de desempleo supera los más de cuatro millones de personas, siendo el trabajo en negro, la precariedad laboral, las rentas de inserción de las comunidades autónomas (RMI en la Comunidad de Madrid), y los ahorros y pensiones de familiares mayores, los soportes que tienen los trabajadores en España para lidiar con la penosa situación que se vive en este país. Los servicios sociales de Madrid se encuentran colapsados y las inversiones en materia social son cada vez menores. Cada vez más dinero va destinado a la externalización de servicios, siendo algunas consecuencias directas la precarización de los servicios sociales, un peor servicio, más gastos para los contribuyentes y el lucro directo de las diversas ONG que viven de la externalización, la precariedad y la exclusión social.
La pobreza infantil en España se ha multiplicado por cinco durante la crisis. Entre 2008 y 2015, el número de niños en situación de pobreza severa ha aumentado hasta más de 400.000. La precarización y la destrucción de los puestos de trabajo han llevado al enorme empobrecimiento de las familias obreras. Esto se traduce en falta de accesos a recursos de los menores, mala alimentación y graves consecuencias para la salud.
Cada día, se siguen ejecutando en España desahucios de familias que no pueden costear las abusivas hipotecas. Se han realizado cientos de miles de desahucios desde que comenzó la crisis, mientras que el gasto en vivienda pública por parte del Estado se ha reducido hasta un 50%. Sin embargo, cientos de miles de viviendas se encuentran vacías. Hasta un 30% de las viviendas vacías en Europa se encuentran solo en España. Hasta tal punto se ha llegado, que, tristemente, una de las primeras causa de mortandad en España es el suicidio.
España es uno de los países con mayor desigualdad dentro de la Unión Europea, oscilando entre la segunda y la quinta posición. Esta brecha, lejos de disminuir, ha aumentado desproporcionadamente a consecuencia de la crisis, polarizando la sociedad. Más de un 30% de la población española vive en riesgo de pobreza extrema por los bajos salarios, el paro y la precariedad laboral. A la contra, el 1% de la población española concentra más riqueza que el 70% más empobrecido. Los políticos juegan su papel promoviendo políticas que refuerzan y protegen la concentración de la riqueza en manos de unos pocos.
Ha quedado más que demostrado, que a los representantes políticos les interesa poco la situación social. Es más, su objetivo al final no es otro que el vivir de las instituciones del Estado. Lo expresó claramente el senador del PP Eugenio Gonzálvez: «que trabajen los gilipollas». Los gilipollas que tenemos que costearles a él y a los empresarios sus sueldos, sus vicios y su nivel de vida. Por supuesto, este señor no va a dimitir de su cargo.
El 23 de febrero se publicó la sentencia de las tarjetas black. En la misma, representantes del PP, PSOE, IU, CC. OO. y UGT, consejeros en Caja Madrid, después de gastarse durante años cientos de miles de euros de dinero público en gastos «de representación», son condenados a penas irrisorias por apropiación indebida. Lo más probable es que ninguno pise la cárcel, bien por la baja condena o bien porque les sobre el dinero.
La trama de la Púnica, es otro de los casos más sonados y con más repercusión mediática en España. En el mismo se han detenido y procesado a decenas de miembros del PP, del PSOE y empresarios por corrupción, pagos de comisiones ilegales y blanqueos a través de un entramado societario. Este caso ha salpicado profundamente a la cúpula del PP de Madrid. Los mismos que luego se llenan la boca de democracia y libertad, y encarcelan a aquellos que luchan contra las injusticias.
La guerra en el mundo
El sistema económico capitalista no hace estragos solamente en España. Diversas guerras sacuden el mundo hoy día. Algunas más mediáticas, otras menos. La mayor parte con justificaciones tales como la defensa de la paz y la promoción de la democracia. Sin embargo, detrás de estos conflicto propiciados por EE. UU., Rusia, China, Irán, la UE en general o Gran Bretaña y Francia en particular, priman los intereses económicos de las grandes multinacionales y los intereses geopolíticos de los Estados, los cuales giran en torno a la construcción de grandes infraestructuras, el control del gas, del petróleo, las reservas de minerales y otros recursos naturales, etc.
Detrás de cada arma, de cada misil, de cada bomba, de cada avión de combate y de cada ejército hay empresarios que se lucran con el negocio de la muerte y el sufrimiento. Un ejemplo en España lo tenemos en el exministro de defensa Pedro de Morenés y Álvarez de Eulate, vinculado a la alta nobleza española y empresario de la industria armamentística.
España es uno de los principales proveedores de armas en el mundo en los últimos 50 años. La excusa es la defensa. Sin embargo, entre sus clientes están diversos países que están involucrados en conflictos contra otros países o en conflictos internos. Algunos de ellos son el Reino Unido, Alemania, Arabia Saudí, Irak, Libia o Venezuela.
En el otro lado tenemos a las centenares o quizás miles de víctimas civiles que mueren a diario a causa de los conflictos armados que sacuden el mundo. Millones de trabajadores que tienen que sortear día a día la muerte, para poder mantener a sus familiares.
 Hay motivos para organizarse. Hacia la huelga general indefinida
 Tanto dentro de las fronteras del mundo occidental como fuera, los trabajadores tenemos que sufrir las miserias a las que somos condenados por empresarios y políticos. Dentro tenemos que sufrir la deslocalización de las fábricas, la destrucción de los puestos de trabajo y el miedo continuo al paro, así como la frustración de no poder alcanzar nunca el nivel de vida que nos intentan vender como el idóneo de cualquier país rico y desarrollado. Todo con el único objetivo de explotarnos, sacar el máximo rédito por nuestro trabajo con el mínimo salario (y si además se ahorran la Seguridad Social, mucho mejor), y jugárselo todo en la bolsa.
Fuera de Occidente, el negocio de la guerra y los intereses imperialistas de multinacionales y Estados mantienen en la miseria a millones de personas en los cinco continentes, sufriendo el hambre y eternas guerras que nunca cesan.
La deslocalización de la industria europea es otra maniobra de la patronal para ahorrar costes en la fabricación y la producción, teniendo a miles de trabajadores y niños en condiciones infrahumanas y de semiesclavitud. Así es como ha hecho su fortuna Amancio Ortega, fundador de Inditex y aplaudido en España como un empresario ejemplar. Vitoreado por los mismos políticos que crean tramas de corrupción para enriquecerse, y por los empresarios que financian a los partidos políticos para que promuevan políticas que defiendan su interés de clase contra los trabajadores.
Ante esta situación, es necesario que los trabajadores nos organicemos para poner sobre la mesa la herramienta más efectiva con la que contamos tanto a nivel local como a nivel internacional, la huelga general indefinida. Para parar las embestidas del neoliberalismo tanto en España como contra las guerras que asolan a los pueblos del mundo por el negocio de unos pocos empresarios y políticos.
Lejos de los sindicatos pactistas, que son parte de los engranajes de la maquinaria neoliberal, tenemos la alternativa de crear y fomentar redes, colectivos y sindicatos de funcionamiento horizontal, asambleario y solidario, que son la mejor herramienta para poner trabas al embiste neoliberal, tanto en el entorno laboral como en el entorno social, y defender y promover nuestros intereses como trabajadores.
NI GUERRA ENTRE PUEBLOS NI PAZ ENTRE CLASES
HACIA LA HUELGA GENERAL INDEFINIDA
POR LA ANARQUÍA

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