La caridad une al Opus con entidades financieras, grandes empresas trasnacionales y aseguradoras privadas. Es el Think Tank, donde el gran capital pergeña su estrategia futura, negocios enmascarados como iniciativas solidarias ocupan un lugar destacado.
En los últimos tiempos la intensificación de situaciones de miseria
causados por la crisis financiera ha disparado el nacimiento de los bancos de alimentos,
controlados en su mayoría por el Opus Dei. Se trata de un ingenioso
método para obtener beneficios a costa de los pobres y, de paso,
transmitir la ideología del poder y evitar que los desheredados de la
tierra analicen las causas de esa miseria y se organicen y luchen contra
el sistema económico y político. En este artículo de M. del Val
publicado por Alerta Digital nos relatan las claves de ese negocio.
Más sobre el tema: entrevista en CNT con Julio Reyero: “La caridad actúa como anestésico de la contestación social”
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La gran convocatoria de la caridad
celebrada los días 29 y 30 de noviembre de este año (2013) por la
Federación Española de Bancos de Alimentos (FESBAL) pretendía llevar a
cabo “La gran recogida de alimentos 2013″. Como podemos leer en la web
habilitada para la campaña, su principal objetivo era luchar contra el
hambre y el despilfarro mediante el trabajo de voluntarios y entidades
colaboradoras, entre las que encontramos bancos, grandes supermercados,
medios de comunicación o incluso empresas de seguros privados.
Según la web de FESBAL, los Bancos de Alimentos “son organizaciones
sin ánimo de lucro basados en el voluntariado y cuyo objetivo es
recuperar excedentes alimenticios de nuestra sociedad y redistribuirlos
entre las personas necesitadas, evitando cualquier desperdicio o mal
uso. La organización de un Banco de Alimentos se orienta a un
funcionamiento similar al de una empresa, con distintas áreas y un
equipo de dirección”.
Pero además del gesto ciudadano y
solidario entre iguales que quieren con su modesta aportación evitar que
un vecino pase hambre, ¿quién esta detrás del Banco de Alimentos? ¿Qué
intereses puede haber en esta labor caritativa? ¿Qué lleva a bancos,
grandes centros de distribución de alimentos, compañías de seguros,
transnacionales y medios de comunicación a unirse en el apoyo de esta
urgente iniciativa?
Si buscamos en la página web del
Opus Dei “Banco de Alimentos” nos da como resultado 42 entradas.
Repasemos algunos cargos directivos del Banco de Alimentos.
-El director de FESBAL es José Antonio Busto Villa, es supernumerario del Opus Dei.
-El presidente del Banco de Alimentos de Valladolid Jose María Zarate es supernumerario del Opus Dei.
-La presidente del Banco de Alimento de Badajoz Carmen de Aguirre Castellanos es supernumeraria del Opus Dei.
-El presidente del Banco de Alimentos de Santander Francisco del Pozo Blanco es supernumerario de Opus Dei.
-Manuel Pérez Hernández, de 67 años, presidente del Banco de
Alimentos de Las Palmas de Gran Canaria es supernumerario del Opus Dei.
-José Antonio García García, de 73 años preside el Banco de Alimentos de Albacete y es supernumerario del Opus Dei.
Las vinculaciones del Banco de Alimentos con el Opus Dei no son solo a
través de los supernumerarios en puestos de responsabilidad. Son
múltiples las referencias de cargos directivos y colaboradores del Banco
de Alimentos a las enseñanzas y el ideario del fundador del Opus Dei
San Jose María Escriba de Balaguer: “Me llamo Vicente López-Alemany y
soy director general del Banco de Alimentos de Madrid, donde empecé a
trabajar hace más de seis años gracias al espíritu de servicio que
aprendí de las enseñanzas de San Josemaría; y a los buenos oficios de un
amigo y profesor de la Escuela Naval Militar de Marín, que fue el
primero que me habló de los Bancos de Alimentos.” O Pedro Pereira que
actualmente preside del Banco de Alimentos de Vigo y fue el coordinador
general de estudios del colegio del Opus Dei Montecastelo de Vigo.
Una de la últimas noticias destacadas en la página web FESBAL es la
llamada de teléfono que la ministra de Sanidad, Servicios Sociales e
Igualdad, Ana Mato, supernumeraria del Opus, hizo al presidente de la
FESBAL, José Antonio Busto, felicitándole y deseándole el mayor de los
éxitos a los Bancos de Alimentos. ¿A qué se debe el respaldo de una
ministra del Opus al presidente de la Federación de Bancos de Alimentos y
miembro supernumerario de la orden?
Si bien pudiera parecer casualidad que destacados miembros de la
Prelatura personal de la Iglesia Católica ocupen cargos de
responsabilidad en el Banco de Alimentos, esto no deja de resultar
llamativo. ¿Qué interés respalda esta presencia? ¿Esta es solo fruto del
compromiso personal o responde a una estrategia de más hondo calado?
Esta presencia llama más la atención si tenemos en cuenta que, en las
cúpulas de las grandes empresas financieras y de distribución que
colaboran con este Banco de Alimentos, abundan también miembros de esta
prelatura y que cuando esto es no así, una parte importante de sus
cargos ejecutivos se han formado en la escuela de negocio del Opus Dei,
la IESE.
A través del Banco de Alimentos se nos presenta a las grandes empresas de distribución , bancos y ejecutivos de grandes empresas como entes altruistas. Estas empresas distribuidoras controlan el 70% del mercado de alimentos y qué mejor que ellas para liderar esta gran obra benéfica. Sin embargo, los motivos de estas alianzas aparentemente solidarias introducen componentes de rentabilidad económica. Pudiera parecer que las grandes distribuidoras de alimentos se acercan a este tipo de actividades filantrópicas solo con la intención de mejorar su imagen de empresa. Pero, además del efecto publicitario, un interesante negocio se esconde detrás de la relación de estas empresas de distribución con el Banco de Alimentos. ¿Qué consiguen las grandes empresa de distribución con la donación? Según podemos leer en este artículo:
-Que no se produzca una caída de precios debido a que los alimentos no entran directamente en el mercado.
-Mejoran su imagen corporativa.
-No tienen costes en la destrucción de esos excedentes.
-No tienen costes en la distribución pues lo hace un ejército de voluntarios.
-Las donaciones, de cualquier tipo, desgravan un 35% en el Impuesto de Sociedades (con la Ley de Mecenazgo del PP será el 100%).
-A la gente pobre se le acostumbra a la beneficencia, como si fuera ley divina que hayan ricos y pobres.
-Los Bancos de Alimentos minan aún más las ventas del pequeño comercio en los barrios con más miseria.
Por un lado regalan excedentes y por otro destruyen a los tenderos
con las marcas blancas, que son fruto de la sobreexplotación en origen y
la que aplican a sus propios trabajadores.
Estas empresas saben que los stocks donados evitan la caída de
precios y el gasto de destruirlos y aprovechan la ley que permite la
desgravación del 35% de la cuota íntegra del Impuesto de Sociedades.
Pero por si estos beneficios a las grandes superficies fuera poco, en
un perverso ejercicio de nueva filantropía, cada cierto tiempo y en
fechas señaladas, desde los medios de comunicación apelan a la
ciudadanía a campañas de “Gran donación de Alimentos”. Esta presión
mediática, que habitualmente suele enmascararse con el rigor
informativo, lleva a que olvidamos que detrás de la palabra donación se
esconde la mercantilista palabra “compra de alimentos”. Los productos
“donados” en realidad son adquiridos por los solidarios ciudadanos en
estas grandes superficies, donde son estratégicamente ubicados los
puntos de recogida del Banco de Alimentos. Se produce así un incremento
de sus cifras de negocio y beneficios.
Parece evidente que más allá del mero efecto publicitario, el Banco
de Alimentos resulta un pingüe negocio para algunas empresas. Sin
embargo, detrás de la beneficencia, se encuentran otros intereses más
espurios y que son capaces de unir al Opus, entidades financieras,
grandes empresas trasnacionales y aseguradoras privadas. En los Think
Tanks, donde el gran capital pergeña su estrategia futura, negocios enmascarados como iniciativas solidarias ocupan un lugar destacado.
En tiempos de crisis las iniciativas como la del Banco de Alimentos,
cumplen con una doble función social. Por una parte sirven de antídoto
contra la movilización, tranquilizando las conciencias de solidarios
donantes e indignados con la injusticia social. Estas acciones, que
apelan directamente a la necesidad y tocan el fondo del corazón, ni se
cuestionan ni se plantean dar respuesta a las injustas causas que
generan el hambre. No cuestionan desigualdades sociales, ya que la
beneficencia siempre fue una respuesta solidaria vertical (de arriba a
abajo).
Por otra parte, se recupera la vieja estrategia de reforzar las
estructuras benéficas generadoras de dependencia, con ánimo de mitigar
la posible respuesta social de aquellas personas en situación de
necesidad extrema y que ya no tienen mucho que perder.