Ante la proliferación de un falso fenómeno “asambleario” como marketing
político (Podemos, PSOE, IU, etc..) recuperamos un fragmento de una ponencia editada por la CNT de Oviedo sobre la asamblea en
el que se explican las maneras de evitar manipulaciones en las mismas.
La clase política, ante la pérdida masiva de apoyos populares, e
influida por los movimientos asamblearios surgidos al calor del 15M,
recurre ahora a la terminología clásica de la democracia directa para
dar una imagen participativa. El hecho de que Podemos o el PSOE hayan
descubierto las asambleas no significa que sean asamblearios, lo mismo
que el hecho de que algunos partidos de izquierdas se autodenominen
federalistas tampoco les ha hecho abandonar su centralismo. Dichas
asambleas no son tales y tan sólo conservan la cáscara porque la esencia
de una metodología asamblearia es incompatible con la participación en
el circo político parlamentario de delegación y representatividad. La
cultura asamblearia es rigurosa y tiene su método. No es la algarada, el
mitin y los aplausos a los dirigentes sino la base de un modelo social
sin Estado y sin gobierno, algo que ni Podemos ni mucho menos el PSOE
pretenden.
Estrategias de manipulación de la Asamblea
1. Mediante su convocatoria: los responsables de convocar la
Asamblea, modifican el lugar, la fecha o la hora de su celebración, y
proceden a notificar tales cambios a los asamblearios que consideran
“molestos” con calculada demora, a fin de excluirlos legalmente. Si
consideran que su posición (de fuerza) se lo permite, también pueden no
notificarlos, sin más.
2. Mediante la confección del Orden del Día: los responsables de elaborar el Orden del Día de la Asamblea elaboran uno a su medida. Si se ven a obligados a incluir asuntos que los interesados demandan expresamente, entonces olvidan incluirlos todos, o los redactan de forma incompleta o poco clara para que no susciten demasiado consenso.
3. Mediante su dirección formal: los responsables de moderar la
Asamblea, ordenar los turnos de palabra y tomar nota de las
intervenciones y los acuerdos, desempeñan la tarea con una eficacia
tal, que en la Asamblea sólo intervienen mayoritariamente quienes ellos
quieren, y en las Actas sólo se reflejan sus propios posicionamientos u
otros asimilables.
4. Mediante la pre-asamblea: como la estrategia anterior requiere
cierta habilidad, es más común que los manipuladores, una vez conocido
el Orden del Día a tratar, se reúnan con antelación a la misma para
fijar posturas conjuntas y forzar la toma de acuerdos en una u otra
dirección.
5. Mediante el antidirigismo: en este caso los manipuladores
consiguen que la Asamblea renuncie a que nadie la dirija, y en
particular, a que nadie levante Acta de lo que en ella suceda. Así es
más fácil que surjan acuerdos “respaldados” con más votos que
asamblearios presentes, o en su defecto, que los manipuladores sostengan
que lo que se acordó en su momento fue A y no Z.
6. Mediante debates ficticios: los manipuladores, a fuerza de
magnificar las diferencias entre las distintas opiniones y posturas
expresadas en el debate, prolongan éste innecesariamente con el único
fin de agotar a la Asamblea, evitar el consenso y forzar una votación.
7. Mediante mayorías ficticias: cuando en la Asamblea participan
individuos, los manipuladores se cuidan de comparecer en número
suficiente para asegurarse la mayoría absoluta. Si no son bastantes,
comprometen a otros posibles asamblearios (poco o nada informados) para
que asistan y voten con ellos por simpatía.
8. Mediante la rueda de intervenciones: cuando los manipuladores no
pueden asegurarse la fuerza del número, se ubican en lugares distintos
de la sala -como si no se conocieran entre ellos-y solicitan una y otra
vez la palabra para insistir en sus propias posturas y en el rechazo de
las ajenas, dando la impresión de que ellos expresan el sentir general
de la Asamblea.
9. Mediante el refrendo popular: variante de la anterior. En este
caso los manipuladores refrendan con exclamaciones o aplausos la
intervención de alguno de ellos. En ocasiones, toman la palabra uno tras
otro sólo para ponderar el sentido común de lo que acaba de decir un
colega.
10. Mediante cortinas de humo: desplegando la cortina de humo del
democratismo (o de cualquier otro “ismo” que resulte conveniente), los
manipuladores tratan de hacer creer a los partícipes de la Asamblea que
nadie es tanto como ellos. Así sus manejos pueden pasar más
“inadvertidos”, o cuando menos, parecer justificados.
11. Mediante la subversión dialéctica: estrategia que admite
múltiples procedimientos. En unas ocasiones, cuando los debates se
tornan largos e intrincados, los manipuladores se toman el esfuerzo de
resumir para la concurrencia las distintas posturas existentes. Pero lo
hacen tendenciosamente, sesgando los argumentos ajenos y plagándolos de
contradicciones para que parezcan -en contraste con los suyos-mucho
menos razonables. En otras ocasiones (si hilan más fino) simulan
secundar cualquier postura que presumiblemente goce del apoyo
mayoritario de la Asamblea para, a lo largo del debate, ir
reinterpretándola a su conveniencia y, al final, conseguir un acuerdo
alineado con su criterio.
12. Mediante turnos cerrados de palabras: supuesto en el que los
manipuladores proponen que, a partir de la última palabra concedida, se
considere cerrado el turno de intervenciones. Lógicamente, tal propuesta
aparece cuando, uno tras otro, los manipuladores han solicitado la
palabra y pueden acapararla durante todo lo que resta del debate, de
forma que sus argumentos sean los últimos que la Asamblea escuche antes
de proceder a la adopción de acuerdos.
13. Mediante las falsas alternativas: los manipuladores consiguen
forzar en la Asamblea una votación entre dos propuestas aparentemente
opuestas cuando, en realidad, ellos mismos han presentado las dos, y
ambas responden a sus intereses.
14. Mediante el economicismo: los manipuladores intentan arrebatar a
determinados miembros de la Asamblea su derecho al voto, vinculando su
capacidad decisoria al cumplimiento (parcial o defectuoso) de
compromisos económicos… previamente acordados a iniciativa suya.
15. Mediante el sistema de votación: cuando los manipuladores creen
no tener asegurada una mayoría decisiva, suelen calificar de poco
democrático el sistema de votación a mano alzada, y proponer otro que
salvaguarde derechos “irrenunciables” como el de la intimidad o el de
la privacidad (en realidad, lo que les interesa en una votación secreta
es responsabilizarse del recuento de las papeletas).
16. Mediante la revisión de acuerdos: los manipuladores plantean sin
descanso en cada Asamblea cuestiones sobre las que ya hay tomados
Acuerdos con la sola intención de modificarlos a su conveniencia.
17. Mediante la perversión de acuerdos: los manipuladores se ofrecen a
poner en práctica los Acuerdos adoptados por la Asamblea, pero sólo
para vaciarlos de contenido o para aplicarlos en los aspectos que a
ellos interesan, y no en su totalidad.
18. Mediante el boicot pasivo: los manipuladores se comprometen a
poner en práctica Acuerdos a los que son contrarios para, a la hora de
la verdad, eximirse de su responsabilidad con cualquier excusa, o
permitir que prescriban si están sujetos a plazo.
19. Mediante el boicot activo: los manipuladores intervienen en la Asamblea con ánimo de romperla y evitar que adopte acuerdos.
20. Mediante el autocratismo: los manipuladores consiguen convencer a
los demás de que las Asambleas son siempre difíciles y tediosas, y que
es mucho más “operativo” delegar en ellos la toma de algunas decisiones y
la dirección de los asuntos más urgentes. Las Asambleas se
limitan entonces a refrendar lo que otros acuerdan: han quedado
reducidas a un mero cuerpo electoral.
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