En este texto intentaremos desmontar mitos que se crean alrededor de las drogas desde una perspectiva libertaria.
Ante todo, creemos que deberíamos primero definir lo que es droga y lo que no; ya que de entrada, hay una fuerte doble moral en un sector de la población que intenta valorar (siempre de manera negativa) las drogas, porque estas son ilegales, aceptando el tabaco, el alcohol y el prozack como “no-drogas”.
Podríamos encontrar un amplio consenso en esta afirmación:
“Toda sustancia que, introducida en el organismo por cualquier vía de administración, puede alterar de algún modo el sistema nervioso central del individuo que las consume”
Dentro de esta definición, nos gustaría contextuarlas en el marco histórico actual (siglo XXI) y en el uso propio de los jóvenes: drogas como ocio consumista.
Las drogas existen desde los inicios de la humanidad.
Cierto, como también existía el patriarcado. Defender una cosa por su longevidad en el tiempo es falaz, pues así mismo podríamos defender la tauromaquia, la religión o el Estado.
Además, las drogas siempre han servido para separar a unas clases históricamente. Ya podemos hablar incluso de chamanes, que a través de las experiencias que tenían con la droga tenían el “derecho” a imperar sobre los demás por las “revelaciones metafísicas” que se le habían presentado. Pasando por los famosos vikingos, que utilizaban el “amanita muscaria” para enfrentar y saquear otros pueblos. Hasta la actualidad, donde la droga esta popularizada en las clases más humildes para alienarlos. Así podemos ver la introducción de heroína en el País Vasco en los años 80 por la policía.
Podemos incluso hablar que dentro del anarquismo, en su historia de lucha, ha habido un rechazo a ella.
Las drogas duras son las malas, solo se deben consumir blandas.
Hacer una distinción de este tipo, desde una óptica revolucionaria, es un traspiés muy de fondo. La división entre “blandas” o “duras” se hace desde un prisma médico, de salud. Si aceptáramos hoy en día tal argumentación, sería más beneficioso quedarse en casa antes de irse de manifestación por miedo a que te den un palo, o incluso perder un ojo.
Nosotros como revolucionarios disponemos nuestros actos a la revolución. No medimos nuestra fuerza en cuanto a tiempo, sino en cuanto a calidad. Aunque las drogas duras sean más dañinas para la mente (importante arma para la revolución) es justo esta argumentación la que hace pasar más inadvertido a las drogas blandas, incluso llegando al absurdo de no considerarlas drogas.
El alcohol, el tabaco y los porros son quizá las drogas más alienantes entre la juventud. Son drogas que ocupan nuestro preciado tiempo de ocio para cambiarlo por tiempo de consumo. Es exactamente esta lógica capitalista la que intentan inculcarlos en nuestro día a día. Da igual que compres marihuana legalizada, sea de trapicheo o de cultivo propio. No estamos valorando eso, valoramos el tipo de consumo de nuestro tiempo. Son experiencias banales, superficiales, intensas, pero siempre en pequeñas dosis. Esa “explosividad” de experiencia es la que nos incapacita de disfrutar de la vida cuando se han pasado los efectos del porro, el tabaco o el botellón.
Es una opción personal / Es parte de mi libertad
Depende de que entendamos por opción personal. Todos nuestros actos estan condicionados por nuestro ambiente y a su vez condicionan este. Asi, ¿podriamos asumir que la bulimia es una opcion personal o entra dentro de nuestra libertad? Obviamente no. Y es que no podemos asumir la autoridad con todo aquello que directamente sentimos, sino también con razonamientos.
Aquí podemos dar dos puntos por los que podríamos decir que no es personal:
El consumo de algunas sustancias con las que se comercia pasa por cauces legales o ilegales. Mediante cauces legales podríamos hablar de la explotación del trabajo asalariado, los impuestos añadidos (aparte del IVA) con los que se está forrando el Estado, las leyes que intentan regularizar hasta el último detalle de nuestras vidas (ver por ejemplo lo de no fumar en espacios públicos y cerrados). Si habláramos de cauces ilegales podríamos hablar del narcotráfico, las pésimas condiciones laborales, de higiene, salud y seguridad que viven los “trabajadores”… Creo que por esta parte no hay que explicar mucho, todos sabemos el gran negocio que es la droga. A esto se le responde a veces con el “argumento del autoconsumo”, el cual desmonta esto. A pesar de que esto no representa ni el 1%, pasamos al siguiente punto a analizarlo.
El control de tu cuerpo. Esto es un argumento que consideramos que como anarquistas, no podemos admitir. Es curioso que nosotros los anarquistas nos amparemos en una libertad actual, sabiendo que como tales, no reconocemos libertad hasta el triunfo de la Revolución Social. Nosotros no somos dueños de nosotros. Nuestro cuerpo es propiedad de la burguesía y dominio del Estado. La droga evade estos problemas, no los elimina. Mientras vivimos, somos sometidos al mayor despojo de nuestra libertad, mediante exámenes, deberes, riñas en casa, las horas de curro… todo ello para dejarnos pocas horas de ocio. Si a todo eso le sumamos el grado de dejadez existente en la sociedad que no solo se conserva, sino que se fomenta mediante el “clientelismo”, obtenemos una tendencia a la siguiente fórmula: dosis de evasión potente y breve. A esto muchas personas son empujadas a las drogas. Ya sean los 5 minutos de descanso para fumarte “el piti” como llegar al viernes y solo pensar en la cogorza que quieres pillar. Esto no significa que todos nos droguemos por esto, muchas veces es por una curiosidad que llego a la adicción.
No todas las drogas sirven para evadirse.
Si, completamente cierto. No podemos darle un uso monotemático a un objeto, pero defender la marihuana porque con la maceta podemos lanzarla desde el balcón a un coche de policía… se escapa mucho de la realidad.
Mucha gente parece no aceptar la realidad actual de las drogas. Poner ejemplos de usos puntuales de las drogas o hablar de que si los chamanes hacia siglos hacían X es rehuir del debate.
Actualmente podríamos dividir las drogas en dos grandes bloques, usos terapéuticos y de ocio consumista. No estamos en una guerra civil en la que necesitamos metanfetamina para estar atentos 3 días sin dormir. No se drogan los jóvenes para dibujar cuadros o componer canciones. El principal tema de atención de este artículo son las drogas como ocio. Sobre el tema de las drogas terapéuticas también tenemos que decir mucho, pero no es el principal problema que atañe a la juventud en cuanto a drogas se trata.
Yo puedo drogarme y militar como anarquista
Aquí caemos en dos graves errores: la falacia que representa ligar dos actos que, aunque asumimos que tienden a alejarse entre ellos, en casos puntuales se unen. Y el segundo error es caer en el personalismo. Cuando estamos debatiendo sobre el consumo de drogas, hablamos de eso, el consumo de drogas. No estamos juzgando a nadie. Puede ser que sea una influencia del actual sistema competitivo e individualista, el que nos educa para estar siempre “en guardia” incluso entre compañeros y nos incapacite para debatir sobre la realidad y nos haga defender lo nuestro.
También hay una cosa a tener en cuenta y es que cuando echamos la moneda al aire, aunque salga cara, saldrá otras veces cruz. Lo que queremos decir con esto es que que haya para algunas personas una compatibilidad entre drogadicción y militancia (que repetimos que es mínima), también hay que aceptar las drogas para aquellos que borrachos les pegan a su pareja, destrozan entornos, mata vidas (o la de uno propio)… ¡incluso mata el movimiento! ¿O quién no ha visto al “increíble" Carlos Azagra en sus viñetas aprovecharse de la simbología anarquista para difuminarla en una revolución etílica? ¿No hemos escuchado muchas veces eso de “anarkia y cerveza fría”? Y lo más importante: si admitimos como “aceptable” que solo los militantes se droguen… ¿Cómo se materializa esto? ¿Le decimos al camello que solo venda droga a aquellos que presenten el carnet de CNT? ¿Le decimos al Estado que solo nos de drogas a los que vamos a manifestaciones? No podemos aplicar ningún tipo de filtros, debemos ser consecuentes con nuestros pensamientos.
Repetimos: no estamos juzgando a nadie. Estamos aportando material para el debate y así crear verdaderos espacios de lucha.
Conclusiones finales
Cuando afirmamos estar en contra de la droga no es que vayamos a prohibirla, entendiendo prohibir como acto autoritario y sin argumentación lógica. Nosotros creemos que la drogadicción existe porque este sistema existe. Solo con la destrucción del Estado y el Capital podrán desaparecer la mayoría de vicios que tenemos hoy en día. Eso no significa, como muchos marxistas dicen, de que solo instaurando el comunismo, por si solo, los demás problemas se resolverán. Debemos empezar a crear conciencia entre los jóvenes, pues estamos en la mirilla. No vender alcohol en los conciertos, practicar actividades físicas colectivamente... hay miles de formas con las que podemos realizar actividades en nuestro tiempo de ocio rechazando (de manera más o menos explicita) a las drogas.
La Revolución Social vendrá de los explotados, pero la emancipación ante todo viene de una Revolución Integral de la persona. De lo individual a lo colectivo.
¡Muerte a la Droga y Viva la Anarquía!
FIJL - Alicante