El escoramiento hacia la ultraderecha que el gobierno del PP está realizando a través de las últimas reformas legislativas, como la ley del aborto, la ley de seguridad ciudadana, y la ley de educación, han logrado si más no mantenerles en el poder con una bajada porcentual en intención de voto, bastante moderada, según las últimas estadisticas.
Sonaría más estridente si todas esas reformas se realizaran en un contexto europeo diferente, pero la realidad manda. En el el septimo año de la crisis ha quedado sobradamente demostrado. La debacle de un movimiento obrero que ya no existe, y la pérdida por parte de los trabajadores de un discurso propio de clase, ha dado paso a un discurso hegemónico que ha modelado una subjetividad adaptada a un supuesto nuevo espíritu del capitalismo.
Esa ausencia de discurso y de confrontación dialectica anticapitalista, está abriendo el paso a ideologías totalitarias e insolidarias con las personas, que renacen con fuerza. Si bien es cierto que historicamente en tiempos de crisis se produce un caldo de cultivo óptimo para la emergencia de partidos neofascistas, y aunque pudieramos justificarnos con la idea de que esta crisis se ha cebado en aquellos paises de la periferia europea donde han emergido estos fenomenos (caso de Grecia, Hungria, Eslovaquia), sorprende muchísimo más cuando observamos la deriva fascista que esta tomando Francia, nuestro pais vecino (actual ganador de las elecciones europeas que se realizarán en mayo según sondeos ) justo en el corazón del viejo continente.
Es el momento de prepararse.